Este 07 de noviembre (calendario actual), se cumple un año más de la revolución Rusa, pero no es un año más, es el centenario de la revolución que liberó al mundo del nazismo, que hizo a una gran parte de la población mundial reflexionar pero también conocer algunas contradicciones de la misma doctrina; que dejo respirar a una Europa de segunda mano, empobrecida por los grandes países, como España, Inglaterra, Francia Portugal y Alemania, una alternativa para los pueblos, para los oprimidos que soñaban con un mundo de iguales.
El centenario de la revolución Rusa comienza tras el triunfo de los Bolchevique contra el gobierno provisional de Alexánder Kérenski, quien se instauró luego del intento de huida y posterior fusilamiento del Zar Nicolás II. El centenario se cumple todos los 7 de noviembre, sin embargo hace cien años era 25 de octubre porque Rusia se regía por el calendario julianto, en el año 1917.
La Revolución de Octubre significó el inicio de una nueva etapa en la historia del hasta entonces Imperio Ruso. Este suceso fue una etapa más de un proceso mucho más grande, la revolución Rusa, que trajo consigo un cambio en cuanto a las estructuras sistémicas del país euroasiático, un acontecimiento clave no solo en la historia del país, sino también a nivel mundial.
Dicha revolución propició transformaciones drásticas en todas las esferas de la vida social, cultural y política, hasta el día de hoy, las implicaciones de las dos revoluciones ocurridas en 1917 —la de febrero y la de octubre— son objeto de estudio por parte de los historiadores, que tratan de explicar sus consecuencias y su influencia en el contexto histórico internacional.
En el mismo, tuvieron una participación importante los dos sectores principales del pueblo: los Mencheviques (la clase burguesa, los profesionales y la monarquía moderada) y los Bolcheviques (la clase media trabajadora, en su mayoría obrera), quienes, al mando de Lenin empezaban a formar un conjunto sólido, unidos por una idea y un objetivo común.
Luego de la caída del Zar, los opositores al régimen consideraron que sus derechos y libertades estaban comprometidas, por lo que las nuevas políticas, tanto sociales como económicas del socialismo naciente, ayudarían a solucionar la gran mayoría de los problemas reinantes en la nación . Lo que dio paso a una nueva revolución, la de la clase obrera de la fría Rusia.
En este contexto, se desarrolla la VII Conferencia del Partido Bolchevique, cinco años después de celebrase la última. Envueltos en un proceso de cambios y adopción de nuevas tendencias ideológicas y políticas, los bolcheviques, liderados por Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), quien volvía de su exilio en Suiza, – luego de refugiarse en ese país por ser un detractor de las políticas del Zar – estaban esperanzados en un cambio de paradigmas que embarcara a la nación en un rumbo positivo.
Hablemos de la economía soviética:
Los primeros decretos de la revolución Rusa, fue la propiedad de la tierra, le siguió la aprobación de la jornada laboral de 12 horas a ocho horas de trabajo, el 2 de noviembre se firmó la «declaración de los derechos de los pueblos de Rusia» que abrogó la discriminación por nacionalidad y religión y confirmó el derecho de autodeterminación, ya que en dicho país existía distintas religiones y culturas por ser un país en medio de dos continentes.
Fueron abolidos los títulos y rangos sociales; el traspaso de las escuelas religiosas al comisariado de educación se aprobó, la sustitución de los antiguos tribunales de justicia por otros elegidos o nombrados por los soviéticos, se estableció el matrimonio, el divorcio, el registro de nacimientos y defunciones como procedimientos civiles.
Se promulgó además la igualdad legal de los sexos, se proclamó la separación de iglesia y Estado y se adoptó el calendario gregoriano, el que se usa hasta la actualidad, se prohibió a las asociaciones religiosas e iglesias poseer bienes. Se alfabetizó a la población en muy poco tiempo (la mayoría de la población no sabía leer ni escribir)se instauro seguridad social cubriese desempleo, enfermedad, jubilación o minusvalía para la población.
Nacimiento de la URSS:
La URSS se estableció en 29 de diciembre de 1922, como una Federación de Repúblicas Socialistas Soviéticas, integrada por Rusia, Ucrania, Bieolorusia y Transcaucasia (Georgia, Azerbaiyán y Armenia) con capital en Moscú. En 1924 se adhirieron Uzbekistán, Turkmenistán y Kirguistán y en 1929 Tadzikistán.
Se trataba de un Estado plurinacional y multiétnico que equivalía prácticamente a la extensión del antiguo imperio de los zares.
Estaba regida por un solo partido (PCUS), establecido en cada una de las repúblicas. Hasta 1945 la URSS constituyó el único estado comunista del mundo.
En 1923 se elaboró una nueva constitución en la que se delimitaban las competencias del nuevo Estado en materia de planificación económica, defensa, papel de las repúblicas, a las que se les reconocía el derecho de igualdad y se respetaba en teoría la posibilidad de abandono de la unión.
El Organo Supremo Legislativo residía en el Soviet Supremo (constituido por los delegados de los soviets de las repúblicas). Era elegido por sufragio universal e indirecto. El Soviet Supremo elegía el Presidium, cuyo presidente era el jefe del Estado de la URSS. Igualmente elegía al Consejo de los Comisarios del Pueblo, una especie de Consejo de Ministros.
Toda la organización política quedaba controlada por el Partido Comunista, muy jerarquizado, cuyo principal órgano era el Comité Central, dirigido por el Secretario General (en 1922 fue elegido como tal Stalin). La misión del partido era implantar la dictadura del proletariado como paso previo a la consolidación del socialismo y finalmente del comunismo.
En 1924 la URSS normalizó sus relaciones con el exterior y numerosos países la reconocieron.
El modelo económico soviético fue encaminado de acuerdo a tres principios socialistas bien definidos: 1. El mejoramiento de los materiales y las condiciones morales del proletariado. 2. El bienestar social como un bien general. 3. El aseguramiento de igualdad social en términos de los derecho y deberes del pueblo. De esta manera, la tierra fue repartida entre los granjeros y las fabricas pasaron a manos de los obreros.
Muerte de Lenin:
En 1924, Lenin, luego de un ACV, muere dejando en incertidumbre a parte de la población que lo reconocía como líder dejando en suspenso.
Había varias tendencias en el seno del partido: la de Bujarin, favorable a un socialismo progresivo y acompasado; la de Trotsky, partidario de la revolución permanente (era contrario a la NEP) y de la extensión internacional del comunismo. Ambas fueron superadas por una tercera, la defendida por Stalin, quien desde su puesto de Secretario General del PCUS, pretendía consolidar la revolución en Rusia antes de traspasarla a otros países.
A la muerte de Lenin se nombró una “Troika” (Stalin, Zinoviev y Kamenev) que se encargó de la dirección del partido. En ella no participó Trotsky, pero sí Stalin, que fue desplazando progresivamente a los viejos dirigentes revolucionarios hasta quedarse con el poder absoluto. En 1925 Trotsky fue expulsado del PCUS. Desterrado en 1927, siendo asesinado en Mexico en 1940.
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La disolución de la URSS:
El ocho de diciembre de 1991 los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania (Borís Yeltsin, Stanislav Shushkevich y Leonid Kravchuk respectivamente), firmaron un documento cuyo contenido principal está recogido en su preámbulo: “La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deja de existir como sujeto de derecho internacional y realidad geopolítica”.
Formado en 1922 sobre las ruinas del antiguo Imperio ruso, aunque sin Finlandia y parte de Polonia, el nuevo Estado fue percibido como el sucesor del enorme feudo de los Románov. Durante casi setenta años ningún ciudadano de la URSS se dejó engañar por la frase “con derecho a la autodeterminación, incluso la secesión” que figuraba en la Carta Magna de la URSS, dándola por simple retórica. Todo estaba claro: de ahí no se separaba ni se “autodeterminaba” por su propia voluntad ni un solo metro cuadrado.
La firma del acuerdo de disolución de la URSS fue la culminación de una época convulsa llena de cambios. El presidente Gorbachov y sus partidarios en el Partido Comunista y el Gobierno intentaron preservar la unidad del país mediante la firma de algún acuerdo capaz de prevenir una desintegración caótica y unir los pueblos que formaban parte del Estado en una confederación de Estados soberanos a la manera de la Unión Europea.
Para el veinte de agosto de 1991 había sido anunciada la firma del nuevo Tratado de la Unión. La URSS se convertiría en un Estado federativo compuesto por repúblicas soberanas con poderes mucho más amplios.
Anteriormente, el 17 de marzo de 1991, en el país se había celebrado un plebiscito y el 76 % de los participantes se había pronunciado a favor de la preservación de la “Unión renovada” (tal fue la fórmula que se utilizó en la papeleta de votación).
Sin embargo, el día tres de marzo la República de Lituania ya había declarado su independencia; también el tres de marzo se habían pronunciado los habitantes de Letonia a favor de separarse de la URSS y el nueve de abril se celebró el plebiscito en la república de Georgia. Los georgianos votaron a favor de separarse de la URSS. Las demás repúblicas también estaban a punto de declararse independientes de las autoridades centrales de Moscú.
Una de las primeras consecuencias de semejante golpe de timón de la historia del siglo XX fue la caída del orden mundial bipolar constituido por los Estados del Pacto de Varsovia, por una parte, y por los de la OTAN, por la otra.
Otros siguen argumentando que el 76 % de los habitantes de las nueve repúblicas soviéticas donde se celebró el referendo se pronunciaron a favor de mantener la URSS y fueron los líderes del país los que no pudieron o no quisieron salvaguardarlo.
T/RNV Xamanta Conde