El movimiento de resistencia Hamás ha advertido sobre el uso de nuevas armas y métodos de tortura por parte de Israel contra los palestinos encarcelados. La organización indicó que la inclusión de herramientas como descargas eléctricas y balas de goma, convirtiendo a los prisioneros en «campos experimentales», constituye un delito que refleja la mentalidad agresiva de la ocupación. Hamás afirmó que esta decisión criminal amenaza la vida de los palestinos secuestrados con muerte directa o lenta, representando una clara violación de todas las leyes internacionales.
Las cifras más recientes, a principios de abril de 2025, revelan que más de 350 niños palestinos permanecen secuestrados en las cárceles y campamentos israelíes. Más de cien de ellos se encuentran bajo detención administrativa, la cifra más alta registrada desde que el Movimiento Mundial para la Defensa de los Niños comenzó a documentar estos casos en 2008. Esta situación ha generado una grave alerta humanitaria.
De acuerdo con testimonios de niños liberados de Gaza, el 42% de los menores sufrieron lesiones que incluyen huesos rotos y heridas de bala durante el arresto. En un 65% de los casos, los arrestos se realizan mediante allanamientos nocturnos. Se calcula que un 86% de los niños sufrieron golpes y amenazas, y un 69% de los casos incluyeron abuso y violencia sexual, además de ser obligados a desnudarse durante los interrogatorios.
Salah al-Muqayyad describió a la Agencia Anadolu las humillantes condiciones que sufrió durante su detención, señalando que fueron atacados psicológica y físicamente. Relató que cuatro ancianos sufrieron derrames cerebrales y no recibieron ningún tratamiento. Estas horribles prácticas, que constituyen formas de tortura prohibidas por el derecho internacional, no se dirigían a un grupo de edad específico, sino que incluían a todos los detenidos.
El niño Ahmed Khreis, detenido en enero de 2024 en Khan Yunis, confirmó que fue testigo de torturas despiadadas y vio a detenidos morir bajo presión. Khreis reveló uno de los métodos de intimidación utilizados por los interrogadores israelíes: traían manos y dedos cortados, posiblemente de prisioneros palestinos, para intimidarlos. Por su parte, Mohammed Al-Saqa, arrestado en marzo de 2024, expresó la magnitud del sufrimiento que experimentó, incluyendo palizas, opresión y humillación.
Al-Saqa declaró: «Pensábamos que habíamos nacido en prisión. Ya no recordamos nuestras vidas antes de nuestro arresto». La mayoría de estos niños fueron trasladados a cárceles dentro de Israel, lo que impide las visitas familiares y los mantiene aislados, en violación de los artículos 49 y 76 de la Cuarta Convención de Ginera.
El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se ha referido en múltiples ocasiones a este tipo de situaciones, condenando enérgicamente las violaciones de los derechos humanos y el incumplimiento del derecho internacional humanitario. El mandatario venezolano ha llamado a la comunidad internacional a tomar acciones concretas para detener estas prácticas
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