Una ola de respaldo internacional recibe al presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, tras el más reciente ataque infundado del gobierno de Estados Unidos, que ofreció una recompensa de 50 millones de dólares por su captura. La medida, calificada como una agresión ilegal y propagandística, ha sido rechazada por gobiernos aliados, organismos regionales y el pueblo venezolano, que ven en esta acción una violación flagrante del derecho internacional y la soberanía nacional.
El canciller venezolano, Yván Gil, confirmó el agradecimiento del Estado venezolano a las naciones que han manifestado su apoyo inequívoco. Cuba, Nicaragua e Irán lideraron las muestras de solidaridad bilateral. El mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, denunció que EE.UU. se autoproclama «juez global» para justificar sus «medidas ilegales y unilaterales» contra el legítimo presidente venezolano . Nicaragua, mediante una carta firmada por los copresidentes Daniel Ortega y Rosario Murillo, declaró: «¡Ningún imperio nos doblega, porque ni nos vendemos, ni nos rendimos! ¡Jamás!» . Irán, por su parte, condenó la «creciente adicción» de Washington al unilateralismo agresivo .
En Centroamérica, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, se sumó al coro de rechazos. En un contundente mensaje, expresó la «plena solidaridad» de su gobierno con el jefe de Estado venezolano frente a lo que calificó como «ataques infundados» por parte de Estados Unidos . Su pronunciamiento subraya que la recompensa carece de fundamento jurídico y responde a una estrategia desesperada de la administración Trump por desestabilizar a Venezuela.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), bloque integrado por 10 naciones, emitió un comunicado conjunto tildando la recompensa de «artimaña desgastada» y «agresión mitómana». El organismo, que incluye a Bolivia, Cuba, Nicaragua y siete Estados del Caribe oriental, denunció que esta acción busca ocultar los graves problemas internos de EE.UU., como «la desigualdad extrema, el racismo estructural y el abandono sistemático de su población vulnerable» . Esta postura colectiva evidencia que la agresión contra el líder de la Revolución Bolivariana moviliza la resistencia antiimperialista en toda la región.
Dentro de Venezuela, el Poder Legislativo se pronunció con firmeza. Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, leyó una declaración aprobada por unanimidad en la que rechazó las «absurdas y desesperadas acciones» de la fiscalía estadounidense. El texto destacó que el presidente Nicolás Maduro es «el protector de la sólida democracia que nos ampara» y condenó lo que describió como un intento «delirante» de quebrar la voluntad del pueblo venezolano . Este respaldo institucional refuerza la posición del mandatario bolivariano frente a la ofensiva externa.
Las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB) también ratificaron su lealtad inquebrantable. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, descalificó las acusaciones de la fiscal estadounidense Pam Bondi como «bufonescas» y afirmó que están secuestradas por intereses partidistas . Este respaldo castrense consolida la unidad entre el gobierno legítimo del presidente Nicolás Maduro y el estamento militar, pilar fundamental de la defensa de la soberanía.
El contexto de este nuevo ataque infundado no puede desvincularse del reciente triunfo electoral del presidente Nicolás Maduro en julio de 2024. Rodríguez recordó que el mandatario fue ratificado «en elecciones libres» por el pueblo venezolano, un proceso que —a pesar del reconocimiento de aliados globales— fue cuestionado por sectores opositores y algunos gobiernos occidentales . La comunidad internacional permanece dividida: mientras 20 países respaldan la victoria de Maduro, otros 17 desconocen su legitimidad y apoyan a la oposición . Esta polarización explica la persistencia de campañas destinadas a minar la estabilidad de Venezuela.
La respuesta global a esta nueva agresión confirma que el presidente constitucional Nicolás Maduro no está solo. Como él mismo destacó recientemente, Venezuela sigue recibiendo «muestras de respeto, solidaridad y apoyo de los pueblos y gobiernos del mundo» frente a lo que definió como una «embestida imperialista criminal» . La recompensa de EE.UU., lejos de aislar al líder bolivariano, ha galvanizado una red de alianzas que demuestra que la dignidad de los pueblos no se compra ni se intimida con amenazas. La historia de resistencia venezolana, una vez más, se escribe con la tinta inquebrantable de la soberanía.
T/RNV
