Este sábado falleció a sus 78 años de edad, luego de combatir durante varios años con diversos problemas de salud, el maestro José Antonio Abreu, fundador del Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Economista, político, gerente cultural, pero por sobre todas las cosas un firme creyente del poder transformador de la música, a la que se dedicó desde la composición, la ejecución del piano, el clavecín o el órgano, la dirección y la docencia, Abreu concibió la gran creación de su vida -conocida hoy como el Sistema- como “un proyecto social porque aspira a aplicar la música al desarrollo del hombre, y nacional porque aspira a que todo el país participe de él”.
La obra de José Antonio Abreu es también mucho más: un acto de revitalización de la música académica que antes de la irrupción del Sistema estaba destinada a seducir a públicos selectos, interesados en las composiciones clásicas, o a ser música para los museos, pero que luego de éste se convirtió en un fenómeno masivo, capaz de encantar a expertos en la materia y también a adolescentes y adultos que gracias a jóvenes directores nacidos en el Sistema como Gustavo Dudamel, Diego Matheuz, Christian Vásquez, Edicson Ruiz, Joshua Dos Santos o José Ángel Salazar descubrieron el brío, la fuerza, la pasión y la poesía de las obras de Beethoven, Mahler, Haydn, Mozart, Bellini, Wagner, Ginastera, Estéves y otros tantos creadores quienes han seguido sonando en las interpretaciones de instrumentistas de no más de 30 años.
Abreu nació en Valera, estado Trujillo, el 7 de mayo de 1939. Comenzó a estudiar música con Doralisa Jiménez de Medina, en Barquisimeto. Más tarde, asistió a la Academia de Declamación Musical de Caracas en 1957, donde estudió piano con Moisés Moleiro, el órgano y clavecín con Evencio Castellanos y composición con Vicente Emilio Sojo en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas.
Simultáneamente, estudió Economía. Pero siempre se sintió músico. En 1967, recibió el Premio Nacional de Música Sinfónica por sus habilidades como compositor. Durante las décadas de 1960 y 1970 impartió la cátedra de Economía en distintas universidades de Venezuela. Entre 1989 y 1995 se desempeñó en los cargos de Ministro de la Cultura, Vicepresidente y Director del extinto Consejo Nacional de la Cultura (Conac).
Él y sus pupilos en aquella Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil no desmayaron, y si había que tocar en el jardín de la casa de algún conocido, pues se hacía.
Cuatro décadas se dicen fácil, pero sin la persistencia del músico trujillano, hoy el Sistema de Orquestas, que atiende a alrededor de 500 mil jóvenes venezolanos, no sería lo que es: un modelo de educación musical que ha sido replicado en ciudades como Boston, Los Ángeles, Nueva York, Londres, Milán, Roma, Oslo, Toulousse y Ámsterdam.
La obra de José Antonio Abreu, reconocida con premios como el Príncipe de Asturias de las Artes 2008 y el Polar Music Prize 2009, entre muchos otros, es una partitura inconclusa. La siembra es demasiado honda como para que se desvanezca con su ausencia.
Como decía el propio maestro Abreu, la meta es «seguir creciendo hasta convertirse en emblema de la grandeza espiritual de Venezuela. Nuestro objetivo es alcanzar al millón de jóvenes tocando y cantando. Crear una orquesta en cada comuna, en las escuelas, orquestas para jóvenes con discapacidades».
T/ RNV Web