El venezolano José Altuve está a punto de asistir por quinta vez al Juego de Estrellas y de iniciar el duelo en la segunda base por tercer año corrido. Pero para él, esto es sólo el comienzo.
«Yo no creo que es tan difícil tener una temporada buena, sólo una», dijo Altuve. «Pero venir todos los años y ser consistente, eso sí es duro. Ese es el pelotero que yo quiero llegar a ser».
«Quiero ser como Robinson Canó, que viene todos los años y pone sus números. Lo ha hecho por 10, 12, 13 años. Yo quiero hacer eso. No es fácil, pero esa es mi meta».
Altuve siente lo mismo con respecto al Juego de Estrellas. Él, el mismo tipo que mandaron una y otra vez a casa porque no convencía en las pruebas para peloteros en su natal Venezuela hasta que los Astros se arriesgaron y lo firmaron.
Ahora, muchos años después, poder pararse en el terreno en Miami el 11 de julio para el Juego de Estrellas junto a los mejores peloteros del béisbol es algo que nunca se le hará repetitivo.
«El otro día estaba hablando con Nelson Cruz sobre el Juego de Estrellas», recordó Altuve. «No importa cuántas veces hayas ido o cuántos años tengas en las Grandes Ligas, uno quiere estar ahí».
«Mira a Miguel Cabrera: ha ido a 11. Estoy seguro que quiere ir a este. Esas son las cosas que uno quiere lograr a lo largo de la temporada. Ahí es que sabes que lo estás haciendo bien. Recibir ese honor de la fanaticada es realmente especial».
Cuando se le pregunta por Altuve a sus compañeros y a su manager, no empiezan mencionando los Juegos de Estrellas, el par de títulos de bateo, ni ninguna de esas cosas. En vez de eso, hablan de su profesionalismo, su ética de trabajo y sus deseos de grandeza.
«Nunca está satisfecho con lo que hace», dijo Correa. «Puede estar bateando .340 y te diría eso. El otro día me dice, ‘Correa, no me he estado sintiendo muy bien en el plato’. Pero estaba bateando .320. Eso te dice algo. Nunca se sentirá complacido. Es algo adictivo. Se me pegan esas cosas cuando lo escucho hablar así. Uno quiere aprender de alguien como él».
«Es un profesional», dijo Springer. «Ha trabajado para conseguir todo lo que tiene. Es alguien al que le han dicho que no. Le han dicho que no sería lo suficientemente bueno. Y después de eso ha ganado dos títulos de bateo y tres Bate de Plata. Es alguien al que quieres imitar. Juega duro. Juega para el equipo. Da el 100% cada noche. Admiro a ese tipo».
Una o dos veces durante la temporada – usualmente después- Altuve se sienta a reflexionar en todo lo que ha logrado.
Altuve ha bateado desde que puso un pie en un terreno profesional. Bateó en las menores y ligó .276 en su temporada de novato en el 2011. Después de tres temporadas en las Mayores su promedio de por vida era .285. Pero por bueno que fuese ese número, él sentía que era capaz de dar más.
Esa temporada muerta, perdió peso, se sumergió en un programa de acondicionamiento y con la ayuda del ex coach de bateo de los Astros, John Mallee (ahora en los Cachorros), perfeccionó un plan de trabajo para batear, estudiar videos y ponerse en forma.
Altuve ganó la primera de sus dos coronas de bateo al ligar para .341 en el 2014 y desde entonces ha sido increíblemente productivo. Desde el primer juego del 2014 ha dado 736 hits, 99 más que el pelotero que le sigue (Canó tiene 637). Su promedio de bateo en esas tres temporadas y fracción es de .330, el más alto en las Grandes Ligas por 17 puntos.
Incluso esta temporada, en la que a Altuve le han lanzado una dosis grande de pitcheos lentos, su producción ha sido extremadamente consistente. Antes de la jornada del miércoles, estaba bateando .324, tercero en la Liga Americana. Y con .396 de promedio de embasarse también marchaba tercero.
«Es de los mejores bateadores completos con los que he trabajado, o que haya visto», dijo el manager de los Astros, A.J. Hinch. «Puede manejar cualquier pitcheo, en cualquier momento, en cualquier ubicación. Puede manejar bolas malas. Puede manejar pitcheos en la zona. Los lanzamientos rompientes no lo molestan».
«Va a cada juego con un plan muy estricto de lo que quiere hacer. Y la mayoría de las veces lo ejecuta. Lo frustrante para los rivales es que no hay forma de hacerlo out. Incluso con bateadores de Grandes Ligas, pues encontrarles una debilidad. Con José, es un misterio tanto para nosotros como para nuestros oponentes».
Los 1,138 hits de Altuve a los 27 años le dan oportunidad de hacer cosas con las que otros peloteros sólo sueñan. Y todo comienza con unas manos de las más rápidas del béisbol y la capacidad de ajustarse ante cada pitcheo.
«Yo creo que lo más impresionante es cómo le pega con la maceta del bate a la bola tan seguido», dijo el relevista de los Astros, Luke Gregerson. «Manos rápidas. Buena coordinación manos-ojos. Se asegura de encontrar la pelota. Y es producto del trabajo. Uno ve lo duro que trabaja. Uno espera que le vaya bien».
Altuve también es un gran compañero, uno que siempre da la cara. Hinch recordó una conversación que tuvo con el pelotero de Maracay cuando los Reales los eliminaron en la Serie Divisional del 2015.
«Él es así», dijo Hinch. «Esa vez entró en mi oficina, muy molesto, y tomó toda la responsabilidad por no haber jugado bien en la serie».
«Yo quería recordarle, ‘Tú eres la razón por la cual estamos aquí, no la razón por la que perdimos’. Espero que esa mentalidad nunca cambie. Por eso los fanáticos lo aman. Y sus compañeros también. Por eso es el favorito del manager para que nos represente en toda la liga».