El Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo creó programa de alimentación para niños de urbanismos de Misión Vivienda. “Trabajar para los niños es algo muy bello, lo hago de corazón, y más cuando son niños que muchas veces no tenían qué comer”, expresó Mayra Alejandra Arrieta, una de las madres colaboradoras del programa de alimentación para urbanismo de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV).
Ella, junto a su esposo y su pequeña hija, vive en la Torre H del urbanismo edificado por la Alcaldía de Caracas, Proyecto Antímano ubicado en la calle El Progreso de la referida parroquia.
Con Arrieta son ocho mujeres las que decidieron –de manera voluntaria y sin ninguna retribución monetaria– preparar de lunes a viernes el almuerzo y la merienda de 412 niños del conjunto habitacional.
Estas labores forman parte del plan piloto implementado por el presidente Nicolás Maduro en 50 urbanismos de la ciudad capital a través del Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, ente adscrito al Ministerio del Despacho de la Presidencia y Seguimiento a la Gestión de Gobierno.
“Los que llegamos a los urbanismos venimos de condiciones económicas extremas, muchos han logrado salir adelante con el sustento de su trabajo, pero otros todavía tienen dificultades. Los niños de esas familias son los que sufren la peor parte, de allí la necesidad de brindarles este beneficio”, explicó Karelia Ramos, vocera de Contraloría del Consejo Comunal Comandante El Vivir es Siempre.
La luchadora social indicó que en este urbanismo –compuesto de 17 torres con 194 apartamentos donde habitan 301 familias– se encuentran 412 niños de 0 a 17 años que desde hace dos semanas están siendo beneficiados con el programa de alimentación.
“Para los infantes de 0 a 6 meses se tiene planificada la entrega de fórmulas y pañales. Después de los 6 meses reciben su plato de comida”, informó.
Atacar la guerra económica
La comunicación del programa fue dada en el Palacio de Miraflores por la viceministra Carolina Cestari, quien dio a conocer el programa creado “para atacar el problema de alimentación, evitar que los niños asistan a los colegios sin comer, los casos de desmayos en las aulas de clases y los reportes de niños en las calles pediendo comida”, indicó la vocera.
Ramos dijo que la disposición de las madres fue inmediata, “ellas alzaron su voz para ofrecer no solo sus manos para el trabajo, sino también su hogar para llevar adelante la hermosa labor de alimentar a los necesitados”.
“Mis ocho madres –7 de las cuales atienden 50 niños cada una y la otra 62– reciben la dotación de alimentos cada semana, un menú y la información de la cantidad de cada producto que deben disponer para preparar dicho menú”, comentó.
Las madres colaboradoras, además de entregar los alimentos, supervisan que los niños sean realmente los que los consuman, esto con el propósito de garantizar que se cumpla el fin para el cual fueron destinados: “que ningún niño pase hambre”.
Madres patriotas
“Me siento contenta por este trabajo, siento que estoy cumpliendo con la Revolución”, manifestó Luisana Romero.
Romero empieza la faena a las 7:00 am, recibe la ayuda de dos mamás de la torre donde habita. Precisó que cerca de las 12 del mediodía escucha las voces de los pequeños que preguntan: “¿ya está listo?”
Más temprano, a las 5:00 am, Marileidy Pacheco inicia la preparación de los alimentos. Esta madre tiene a su cargo a 62 niños y estableció como hora de entrega de 11:30 a 11:45 am para el almuerzo y de 5:30 a 6:00 pm para la merienda.
“En nuestro urbanismo había padres que no disponían de los alimentos para sus hijos, esto ayudado por el tema de las colas a los que nos ha sometido principalmente el sector privado. Yo decidí formar parte de este plan creado por nuestro Presidente para darle un golpe a la guerra económica”, enfatizó.
Junto a estas mujeres que transforman alimentos en amor, se encuentra Jennifer Reyes, madre de tres hijas, una de las cuales presentó un cuadro anémico severo.
“Estamos pasando una situación difícil, mi esposo no tiene trabajo estable. Es duro para todos, no siempre tenemos para comer y el comedor nos ha beneficiado. Mi hija sufre de un cuadro anémico y ahora ella y sus dos hermanas están recibiendo el almuerzo y la merienda, y yo complemento con lo que puedo las otras comidas”, contó.
T / Ciudad Ccs
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