El gobierno interino de Michel Temer aprobó la importación más grande en décadas de maíz transgénico producido en los Estados Unidos, medida rechazada por los agricultores que cultivan cereales orgánicos en Brasil.
Las semillas son originarias de las transnacionales como Monsanto y Bunge. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento dice que la medida tiene como objetivo garantizar el suministro de grano en el mercado brasileño.
«La medida beneficiará a las industrias y los productores que utilizan el maíz como alimento para animales», dijo en un comunicado, el secretario de Relaciones Internacionales de Agronegocios, Odilson Ribeiro Silva.
Durante 2016, Brasil se vio afectada por problemas climáticos que generaron pérdidas en las cosechas del grano, aumentando el costo del producto.
Este año, la Cámara de Comercio Exterior (Camex) autorizó la importación de hasta 1 millón de toneladas a finales de este año, con arancel cero. «Esto puede ayudar a acelerar la entrada de maíz en el país», reseña el comunicado.
El maíz transgénico es tóxico
El maíz transgénico de Monsanto, MON 863, autorizado para ser comercializado en Europa y Brasil, han causado larga controversia sobre su seguridad. De acuerdo con la revista Archives of Environmental Contamination y la revista Toxicología, el maíz modificado genéticamente es tóxico para el hígado y los riñones.
La ingesta de maíz MON 863 perturba, en distintos grados de intensidad, numerosos parámetros biológicos. Entre ellos, el peso del riñón y el hígado, la tasa de reticulocitos (glóbulos rojos pequeños), los triglicéridos, para nombrar solo algunos.
La composición de la orina también cambia con la reducción de sodio y fósforo en una proporción alcanza 35 por ciento.
T/Telesur
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