A pesar de que el golpe de Estado militar que «un grupo de militares descontentos» de Turquía protagonizó el 15 de julio ha fracasado, en ese país está en marcha otra intentona golpista, esta vez por parte de «los leales a [Recep Tayyip] Erdogan contra quienes se consideran adversarios» de su estilo «cada vez más autoritario», afirma Con Coughlin, especialista en temas de defensa y relaciones internacionales, en ‘The Telegraph’.
Con Coughlin indica que, después de la intentona militar, probablemente la OTAN tendrá que excluir a Turquía porque su presidente «no le deja más remedio», a pesar de que ese país siempre ha jugado un papel muy importante para la Alianza.
Así, este columnista recuerda que, durante la guerra fría, sus bases militares permitían que los aviones estadounidenses tuvieran la opción de llegar a las fronteras de la URSS en pocas horas mientras que, hoy en día, cobra importancia su proximidad a los conflictos existentes en Siria e Irak y a la amenaza del grupo terrorista Estado Islámico.
Sin embargo, el periodista apunta que «el hecho de que Washington hable ahora abiertamente sobre la posibilidad de suspender la membresía de Turquía en la OTAN muestra hasta qué punto la relación entre Ankara y sus aliados occidentales se ha deteriorado tras el nefasto golpe militar».
La «purga» post-golpe
Con Coughlin denuncia que el sistema educativo de Turquía está sufriendo «la purga» que ya han padecido miles de militares, policías y abogados, que han sido encarcelados o despedidos tras la asonada fallida. Así, las autoridades turcas han suspendido a más de 15.000 empleados universitarios por apoyar a Fethullah Gulen, un clérigo que vive en Estados Unidos, al que acusan de haber instigado el levantamiento del pasado viernes.
«El indudable entusiasmo de Erdogan para triturar los últimos vestigios de la disidencia en contra de su estilo totalitario ha llevado a sugerir que el presidente planeó esa purga antes del golpe, lo que explicaría por qué estaban tan fácilmente disponibles las listas de las personas que tenían que ser detenidas una vez que fracasó», analiza este analista.
¿Turquía seguirá su agenda radical islamista?
Este especialista sostiene que «muchos líderes europeos todavía echan humo por el papel del líder turco cuando ayudó a crear la crisis migratoria del verano pasado, debido a que falló a la hora de adoptar enérgicas medidas para frenar las actividades de las bandas de trata de personas» y asevera que persisten sus preocupaciones sobre el compromiso de Ankara «con la causa islamista, especialmente por los vínculos de su régimen con grupos relacionados con Al Qaeda en Siria».
«En un mundo ideal, sería de interés común que Erdogan cesara en sus esfuerzos de convertir a Turquía en una república islámica al estilo iraní, lo que le permitiría mantener su lugar en la mesa de negociaciones la OTAN. En cambio, si realmente desea seguir con su agenda radical islamista», esa organización «no tendrá más remedio que deshacerse de su problemático aliado turco», sentencia Con Coughlin.
T/RT
Con Coughlin indica que, después de la intentona militar, probablemente la OTAN tendrá que excluir a Turquía porque su presidente «no le deja más remedio», a pesar de que ese país siempre ha jugado un papel muy importante para la Alianza.
Así, este columnista recuerda que, durante la guerra fría, sus bases militares permitían que los aviones estadounidenses tuvieran la opción de llegar a las fronteras de la URSS en pocas horas mientras que, hoy en día, cobra importancia su proximidad a los conflictos existentes en Siria e Irak y a la amenaza del grupo terrorista Estado Islámico.
Sin embargo, el periodista apunta que «el hecho de que Washington hable ahora abiertamente sobre la posibilidad de suspender la membresía de Turquía en la OTAN muestra hasta qué punto la relación entre Ankara y sus aliados occidentales se ha deteriorado tras el nefasto golpe militar».
La «purga» post-golpe
Con Coughlin denuncia que el sistema educativo de Turquía está sufriendo «la purga» que ya han padecido miles de militares, policías y abogados, que han sido encarcelados o despedidos tras la asonada fallida. Así, las autoridades turcas han suspendido a más de 15.000 empleados universitarios por apoyar a Fethullah Gulen, un clérigo que vive en Estados Unidos, al que acusan de haber instigado el levantamiento del pasado viernes.
«El indudable entusiasmo de Erdogan para triturar los últimos vestigios de la disidencia en contra de su estilo totalitario ha llevado a sugerir que el presidente planeó esa purga antes del golpe, lo que explicaría por qué estaban tan fácilmente disponibles las listas de las personas que tenían que ser detenidas una vez que fracasó», analiza este analista.
¿Turquía seguirá su agenda radical islamista?
Este especialista sostiene que «muchos líderes europeos todavía echan humo por el papel del líder turco cuando ayudó a crear la crisis migratoria del verano pasado, debido a que falló a la hora de adoptar enérgicas medidas para frenar las actividades de las bandas de trata de personas» y asevera que persisten sus preocupaciones sobre el compromiso de Ankara «con la causa islamista, especialmente por los vínculos de su régimen con grupos relacionados con Al Qaeda en Siria».
«En un mundo ideal, sería de interés común que Erdogan cesara en sus esfuerzos de convertir a Turquía en una república islámica al estilo iraní, lo que le permitiría mantener su lugar en la mesa de negociaciones la OTAN. En cambio, si realmente desea seguir con su agenda radical islamista», esa organización «no tendrá más remedio que deshacerse de su problemático aliado turco», sentencia Con Coughlin.
T/RT