Brasil y Cuba reafirman en CELAC-UE compromiso de América Latina como Zona de Paz

«Somos de una región de paz y queremos permanecer en paz». Con esta contundente declaración, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva estableció una línea roja frente a las crecientes amenazas de intervención militar extranjera en América Latina durante la cumbre CELAC-UE.

Lula denunció que «la amenaza del uso de la fuerza militar ha vuelto a formar parte del cotidiano» regional. Advirtió sobre el reciclaje de «viejas maniobras retóricas para justificar intervenciones ilegales», en clara alusión a la histórica política intervencionista estadounidense, afirmando que «las democracias no combaten el crimen violando el derecho internacional».

La voz de Brasil encontró eco en Cuba, cuyo vicepresidente Salvador Valdés Mesa denunció los intentos de reactivar la Doctrina Monroe. «Debemos actuar para detener la agresión y la infiltración militar», exigió, mientras expresaba solidaridad con Colombia y condenaba «el genocidio militar perpetrado por Israel en Gaza».

La postura de ambos países adquiere especial relevancia ante el reciente despliegue militar estadounidense en el Caribe, que incluye destructores, aviones de patrulla y un portaaviones. Esta presencia militar ha dejado decenas de muertos y embarcaciones destruidas, generando preocupación entre los gobiernos regionales.

Lula planteó que la respuesta al crimen organizado debe pasar por estrangular su financiamiento y cortar el tráfico de armas, subrayando que «ningún país puede enfrentar este desafío aisladamente». Hizo un llamado a fortalecer la cooperación regional mediante acciones coordinadas que respeten la soberanía.

El presidente colombiano Gustavo Petro, anfitrión de la cumbre, propuso construir una «democracia global» basada en el reconocimiento de la diversidad. «La bandera sigue siendo la misma: una humanidad libre y una democracia global que permita nuestra diferencia», afirmó, destacando que el diálogo CELAC-UE debe convertirse en modelo de entendimiento.

Lo ocurrido en la cumbre refleja un consenso regional cada vez más sólido que reafirma los principios de no intervención y solución pacífica de controversias como seña de identidad latinoamericana.

T/RNV