El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado la imposición de un arancel del 100% a las importaciones de chips y semiconductores, una medida dirigida a impulsar la fabricación de estos componentes críticos dentro del país. Durante un evento en el Despacho Oval, Trump aseguró que las empresas que produzcan o se comprometan a fabricar en EE.UU. estarán exentas de este gravamen.
La medida busca incentivar la producción local de semiconductores, un sector considerado clave para la economía y la seguridad nacional. En los últimos años, EE.UU. ha mostrado preocupación por su dependencia de importaciones, especialmente de países asiáticos como Taiwán, Corea del Sur y China, que dominan el mercado global. En 2024, las importaciones estadounidenses de estos componentes superaron los 50 mil millones de dólares, lo que refleja su alta dependencia.
Empresas como Apple y otras gigantes de la electrónica podrían verse impactadas, aunque Trump mencionó que aquellas que fabriquen en suelo estadounidense no sufrirán cargos adicionales. Sin embargo, muchas compañías dependen de cadenas de suministro globales, por lo que un aumento tan drástico en los costos de importación podría disparar los precios de productos electrónicos y automóviles, afectando a los consumidores.
La decisión podría generar tensiones comerciales con los principales exportadores de semiconductores. Países como China y Corea del Sur podrían responder con medidas retaliatorias o presentar quejas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), argumentando que los aranceles violan acuerdos internacionales. Además, la falta de claridad sobre la fecha de implementación y los detalles operativos añade incertidumbre al mercado global.
Los semiconductores son componentes esenciales en industrias clave como la automotriz, la electrónica de consumo y las telecomunicaciones. Un aumento en sus costos podría ralentizar la producción y encarecer productos como smartphones, computadoras y vehículos, afectando tanto a fabricantes como a consumidores finales.
Expertos advierten que trasladar toda la producción de chips a EE.UU. no es un proceso inmediato y requeriría grandes inversiones en infraestructura y tecnología. Mientras tanto, la medida podría generar disrupciones en las cadenas de suministro globales.
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