El secretario general del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, dio a conocer una comunicación de un colaborador clave que evidenciaría el desconcierto de los sectores ultraderechistas tras el reinicio de operaciones de la empresa estadounidense Chevron en el país, autorizado por el gobierno de EE. UU.
Según la carta leída por Cabello, el permiso, revocado hace cuatro meses, fue restablecido tras negociaciones entre Washington y el Ejecutivo venezolano. El documento subraya que la decisión obedece a “intereses estratégicos y energéticos” de Estados Unidos, por encima de las demandas ideológicas de la oposición.
La fuente revela que el acuerdo se habría cerrado en un encuentro entre Donald Trump, Marco Rubio y Stefin Miller, donde se evaluó la colaboración del presidente Nicolás Maduro en operaciones de repatriación y el rol de Chevron para asegurar el flujo de petróleo a EE. UU.
La medida ha sumido en crisis a los sectores más radicales de la oposición. La carta menciona que figuras como los “Crazycubes” intentaron presionar a Trump para vetar la licencia, incluso amenazando con obstaculizar su agenda legislativa. No obstante, prevalecieron los cálculos económicos, dejando a estos grupos “sin argumentos y en lágrimas”, según la misiva.
Cabello remarcó que solo las partes involucradas conocen los detalles del pacto: “Los voceros de la mentira pueden especular, pero la realidad la deciden hechos, no rumores”.
Además, el texto alude al declive político de María Corina Machado (“La Chik-Flada”), tildándola de “símbolo de una oposición fracasada, ajena a los cambios globales”.
La permanencia de Chevron en Venezuela no solo refuerza la posición internacional del gobierno bolivariano, sino que expone las contradicciones de una ultraderecha que, pese a exigir sanciones, ve cómo sus aliados optan por el pragmatismo.
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