Detenidos en varios centros de inmigración del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) están soportando condiciones críticas, como hambre, raciones insuficientes y comida en mal estado, según denuncias de los propios migrantes y defensores de derechos. Algunos han reportado enfermedades y pérdida de peso debido a estas precarias condiciones.
El problema se agrava por la sobrepoblación en estos centros, resultado de las estrictas políticas migratorias de la administración Trump, que incrementaron los arrestos. Aunque no hay cifras oficiales recientes, se estima que a mediados de junio el ICE mantenía detenidas a alrededor de 60,000 personas, superando en un 45% su capacidad autorizada por el Congreso.
Falta de suministros y raciones mínimas
Un exfuncionario del ICE señaló que las instalaciones tienen dificultades para garantizar una alimentación adecuada ante el aumento imprevisto de detenidos. Aunque la agencia puede reasignar fondos para cubrir costos, los retrasos y la escasez en las raciones son frecuentes.
Entre los testimonios, un migrante venezolano identificado como José narró que durante casi tres meses en un centro de El Paso, Texas, solo recibía dos cucharadas de arroz al día. Su pareja, Rubimar, añadió que en una ocasión solo le dieron una lata de atún y que el lugar carecía de gas.
Por otro lado, Alfredo Parada Calderón, un salvadoreño detenido en California, denunció que la carne que les sirven está tan procesada que casi parece líquida. Jennifer Norris, abogada del Immigrant Defenders Law Center, afirmó que algunos detenidos reciben comida en mal estado, incluso con moho.
Pérdida de peso y horarios desorganizados
Ilia Chernov, un migrante ruso retenido en Luisiana, aseguró que las porciones se redujeron drásticamente desde su ingreso, lo que le ha provocado hambre constante y pérdida de peso. Aunque sus abogados presentaron quejas por escrito, el Departamento de Seguridad Nacional negó haber recibido reclamos de detenidos rusos en ese centro.
Además, activistas como Liliana Chumpitasi, de La Resistencia, reciben denuncias diarias sobre horarios de comida caóticos: el desayuno se sirve a las 9:00 a.m. y el almuerzo, en algunos casos, a medianoche. Según los estándares del ICE, los detenidos deben recibir tres comidas al día, con no más de 14 horas entre la cena y el desayuno.
Fondos y condiciones sanitarias cuestionadas
A pesar de que el Congreso destinó más de $45 mil millones para el ICE, con capacidad para 41,500 detenidos, la cifra actual supera las 57,000 personas. Organizaciones prevén que, con la llamada “Gran y Hermosa Ley” de Trump, la capacidad carcelaria podría ampliarse hasta 116,000 plazas anuales hasta 2029.
En cuanto a la salubridad, el Centro de Procesamiento Noroccidental en Washington registró siete violaciones sanitarias este año. En abril, se reportaron 57 casos de intoxicación alimentaria, vinculados a coles contaminadas con Bacillus cereus, una bacteria causante de enfermedades gastrointestinales.
Respuesta del gobierno
Tricia McLaughlin, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, desmintió las acusaciones, afirmando que los detenidos reciben “comidas adecuadas, atención médica y comunicación con familiares”. Aseguró que las raciones son supervisadas por nutricionistas y que el bienestar de los retenidos es una “prioridad” para el ICE.
