¡Ya basta! Cinco siglos de codicia desmedida. La lección de Cubagua

Cristobal Colón describe en una carta enviada a los Reyes Católicos de España, como fue su tercer viaje al continente americano. En dicho documento indica, que el 31 de julio de 1.498 avisoró la isla que llamó Trinidad y llegó a un cabo que llamó Punta Galea (hoy en día se llama Punta Galeota, ubicado en la parte más suroriental de la isla de Trinidad). En su carta dice textualmente: “había casas y gentes, muy lindas tierras, hermosas y verdes como las huertas de Valencia en Marzo”.

 

Describe Colón en su carta, que navegó por la costa sur de Trinidad hasta llegar a Punta Arenal (hoy en día llamada Punta Icacos, en la parte más suroccidental de la Isla de Trinidad). Colón describe en su carta: “Navegué hasta una sierra muy alta… allí había dos cabos de tierras muy alta, el uno de la parte del oriente, de la misma Isla de Trinidad, y el otro del occidente a la que llamé Tierra de Gracia”.

 

La Tierra de Gracia es Venezuela, Colón estaba en aguas cercanas donde se encuentra actualmente la plataforma petrolera PetroWarao, estaba visualizando tierras del actual estado Delta Amacuro. Luego Colón atraviesa el estrecho Boca de Serpiente, entra al Golfo de Paria y navegando hacia el norte llega a aguas cercanas a la población de Macuro.

 

Colón describe en su carta: “Llegué a un lugar donde me parecían las tierras labradas… vino mucha gente y me dijeron que llamaban a esta tierra Paria… Hallé unas tierras, las más hermosas del mundo, y muy pobladas… mucha gente traían piezas de oro al pescuezo, y algunos atados a los brazos algunas perlas: pregunté mucho cuando las vi, y procuré mucho de saber donde las hallaban… les pregunté de donde cogían las perlas y me señalaron que al Poniente y al Norte…”. Señalaban rumbo a Cubagua.

 

El Capitán español Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez (Madrid, 1.478 – Santo Domingo, 1.557), quien fue nombrado en 1.532 primer cronista de las Indias, autor de la obra Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano (1535), describe importantes encuentros de la expedición comandada por Cristóbal Colón en su tercer viaje, en lo que hoy es Venezuela.

 

Los relatos de Oviedo, tienen como bases fundamentales los testimonios de Fernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, y un “piloto” de las embarcaciones de la expedición llamado Hernán Pérez Matheos. Ambos personajes acompañaron a Cristóbal Colón en su tercer viaje [4]. Oviedo narra lo siguiente:

 

Fueron a reconocer la isla de Trinidad, vieron por primera vez Tierra – Firme y muchas partes de su costa, vieron muchos indios navegando en sus piraguas y canoas; y también vieron gente en tierra.

 

Más adelante ¨descubrió la rica isla llamada Cubagua, que ahora llamamos la isla de las Perlas, porque allí es la principal pesquería de ellas en las Indias. Y junto con ella está otra isla muy mayor, que el almirante [Colón] mandó a llamar Margarita”.

 

El almirante llegó cerca de Cubagua con sus tres carabelas, mandó a ciertos marineros salir en una barca y que fuesen a una canoa que andaba pescando perlas, la cual al ver a los “cristianos” que iban a ella, se recogió hacia la tierra de la isla; y entre otros indios vieron a una mujer que tenía al cuello una gran cantidad de perlas.

 

Entonces uno de aquellos marineros tomó el plato de barro de los de Valencia, que son labrados de labores que relucen las figuras y pinturas, y lo hizo pedazos para ofrecer a los indios un trueque por las perlas. Los marineros llevaron varias escudillas de perlas al almirante Colón, “el cual como entendió el negocio más profundamente, pensó en disimular diciendo: digo que estáis en la más rica tierra que hay en el mundo, y sean dadas a Dios muchas gracias por ello”.

 

El almirante Colón tomó aquellas perlas para enviárselas a los “Reyes Católicos”, y no quiso detenerse más en Cubagua, para no dar ocasión a los marineros y a la gente que con él viajaba que fuesen cebados por el deseo y la codicia por las perlas “pensando tener la cosa en secreto”.

 

Resalta en la obra de Oviedo, de la cual hay referencia que su primera parte fue escrita en 1.535, la gran importancia que se le da a Cubagua por su riqueza perlífera. Esta importancia se ve reflejada en los epígrafes de varios capítulos. Por ejemplo, en el Capítulo III del Libro Tercero se lee: “Que trata… del tercer viaje y el descubrimiento que hizo [Colón] cuando halló la costa (y grandísima parte del mundo incognito) llamada Tierra – Firme… y de cómo descubrió la isla de Cubagua, donde es la riquísima pesquería de perlas…”.

 

Sorprende y llama mucho la atención el epígrafe del Capítulo II, del Libro Decimo Nono, donde se lee: “De muchas otras particularidades, y algunas de ellas muy notables de la isla de Cubagua; y de una fuente de betún que allí hay, un licor natural que algunos llaman petrolio [petróleo], y otros dicen stercus demonis [excremento del diablo], y los indios dan otros nombres”.

 

Oviedo en su obra, lo describe: de la siguiente manera: Tiene la isla de Cubagua, en la punta oeste una fuente o manadero de un licor como aceite, junto a la mar, de manera abundante, que corre aquel betún o licor por encima del agua de la mar, haciendo señal a más de tres leguas de la isla dando un olor muy fuerte. “Algunos de los que lo han visto, dice ser llamado por los naturales stercus demonis [excremento del diablo] y otros lo llaman petrolio [petróleo] y otros asphalto [asfalto]”.

 

Oviedo refiriéndose al petróleo de Cubagua, señala que: Aquel licor de Cubagua hayan que es utilísimos en muchas cosas, entre ellas para diversas enfermedades, y de España lo piden con mucha “instancia” por la experiencia que de este tienen los médicos y personas que lo han experimentado. “Verdad es que he oído decir que es muy provechoso remedio para la gota y otras enfermedades”.

 

Arístides Rojas, describe que Colón acababa de descubrir “la primera brecha por donde la más desdichada codicia, cual impetuoso alud, iba a precipitarse sobre la costa del Continente, sin que nadie pudiera contenerla… Había sonado la primera hora de un drama de sangre, en el cual todo tenía que desaparecer: ostiales, edificios, víctimas y victimarios, indios y conquistadores, después de cincuenta años de orgías y atropellamientos”[14]. Rojas continua su descarnado análisis señalando:

 

“Cubagua es la primera feria de la riqueza indígena; la primera colonia desde la cual el conquistador debía despoblar a Venezuela; el gran mercado de esclavos que abre la historia de la conquista española en la porción Sur del Continente… Cubagua es cuna, feria, colonia, campo de muerte, prisión y tumba. Allí fueron conducidas las familias indígenas de todos los puntos de la costa por mercaderes salteadores [saqueadores] para ser esclavizadas. ¿Qué significaba aquella C enrojecida, humeante, que dejaba surcos de sangre sobre el rostro de las madres, de los jóvenes, de los niños arrebatados del calor de sus hogares, para conducirlos a La Española como esclavos? Castilla, Caribe, Cubagua, ¡qué importa lo que significaba esa inicial, si ella dejaba siempre sobre el cuerpo el sello del oprobio y de la muerte!”

 

Hoy Cubagua se borra de nuestra memoria histórica, casi nadie conoce lo que pasó en Nueva Cádiz en los primeros cincuentas años del siglo XVI, en esa pequeña isla se concentra la historia del saqueo imperial y de resistencia heroica del pueblo de Venezuela.

 

“Si fuera posible que los muertos surgieran de la tumba, oiríamos a los unos contar sus desventuras, sus dolores, su martirio, y gozar al verse libres de las persecuciones de los hombres; oiríamos a los otros confesar las infamias de que fueron actores en la vida, y entristecerse al no poder continuarlas en los abismos de la muerte”.

 

Son propicias estas líneas para expresar mi admiración por el insigne historiador Enrique Bernardo Núñez (1895 – 1964), y su obra maestra, Cubagua (1931), una novela que combina documentos históricos, ficción, apariciones fantasmales, cuentos míticos y alucinaciones para presentar la influencia del tiempo estructural colonial sobre el tiempo estructural del capitalismo petrolero en Venezuela.

 

Ya para 1535, los cronistas de indias hacían referencia que Cubagua contaba con perlas y petróleo. Las perlas y el oro despertaron la ambición desmedida de europeos sobre estas tierras produciendo la más brutal explotación en Cubagua, a tal nivel, que una isla sin agua ni otras condiciones para la vida humana, recibió el primer título de ciudad española en Suramérica. Es así como en 1.528 Cubagua recibió el título de ciudad. Los españoles la llamaron Nueva Cádiz.

 

Núñez empezó a escribir la novela Cubagua en 1.925 y fue publicada en 1.931. Resalta el hecho que en 1.928 Venezuela se exhibía ante el mundo como primer país exportador y segundo productor de petróleo del planeta. Cuatrocientos años separaban la misma historia de ambición desmedida (1.528 – 1.928).

 

 

¡Ya basta!

 

 

T/Francisco Ameliach