Presidente Nicolás Maduro recibe honores con banderas ondeantes bajo el cielo de Beijing

En el Gran Palacio del Pueblo, ubicado al oeste de la Plaza de Tianánmen, dos amigos se reencuentran después de cinco años: Nicolás Maduro y Xi Jinping estrechan nuevamente sus manos como un símbolo de la hermandad que caracteriza la próspera asociación estratégica integral entre Venezuela y China.

 

En perfecta formación, agrupados de acuerdo a sus componentes, esperan pacientemente soldados del Ejército Popular de Liberación de China. Unos metros más lejos, permanecen niños y niñas distribuidos en cuatro filas con flores multicolores en sus manos. Es un gesto de bienvenida, tradicional para recibir a invitados de honor.

 

Las banderas de China y Venezuela ondean al compás del viento. El silencio es la antesala al redoble de tambores que anuncia la presencia de Xi Jinping y su esposa Peng Liyan, quien a paso lento, pero decidido bajan los peldaños de las enormes escaleras que dan al patio central.

 

Apenas transcurren dos minutos, cuando se acerca el vehículo color negro -identificado con par de banderas de China y Venezuela – que traslada a Nicolás Maduro y su fiel compañera, Cilia Flores de Maduro, primera combatiente y diputada de la Asamblea Nacional.

 

La marcha sobre ruedas se detiene. Al pie de la escalera, Xi aguarda por su colega. Resuena el sonido de las trompetas, cuyas notas acompañan el saludo breve, pero sentido que da inicio a una larga caminata por la alfombra roja que rodea el piso grisáceo del Patio Central del Gran Palacio del Pueblo.

 

Se detienen para compartir afectos con las delegaciones presentes. Los flashes de las cámaras, brillan al mismo tiempo que la luz cálida del sol que se posa sobre el Mausoleo de Mao Zedong, escenario que encuentra de frente a los mandatarios.

 

La caminata continúa, mientras ambas primeras damas se mantienen al inicio del sendero escarlata. El Dorado Gazebo es el destino, epicentro de la distinción que acompañan las solemnes notas del Himno «Gloria al Bravo Pueblo» y «La Marcha de los Voluntarios», combinadas con estruendosos disparos de salva.

 

Los sables se levantan en señal de respeto. Xi y Nicolás no cruzan palabras, pero sí miradas que profesan admiración, así como una profunda convicción de que el panorama que se abre con la histórica visita será prometedor, auspicioso para la concreción de nuevas formas de cooperación para el desarrollo compartido.

 

El recorrido continúa. Por momentos dirigen su vista, también tímidas sonrisas a periodistas, fotógrafos y camarógrafos presentes. Todos están atentos, saben que el encuentro marcará un nuevo hito en la amistad que no solo apunta a garantizar la estabilidad de dos pueblos en resistencia, sino la oportunidad de sumar esfuerzos en torno a la comunidad de destino común, que defiende la fórmula ganar-ganar.

 

El broche de oro lo marca el desfile militar, precedido por los acordes de trombón, trompetas y redoblantes.

 

Los presidentes Xi Jinping y Nicolás Maduro se retiran, emprendiendo el rumbo al interior del Gran Palacio del Pueblo, cuyo salón Este será escenario del diálogo bilateral que marca el segundo día de la agenda de trabajo en Beijing.

 

 

 

T/Prensa Presidencial