Jorge Antonio Rodríguez: A 44 años de la lucha irreductible por el socialismo

44 años han transcurrido desde aquel 25 de julio de 1976, cuando la mano infame del poder político y su aparato represivo decidieron concluir con la vida del mártir revolucionario, Jorge Antonio Rodríguez. También son 44 años de lucha incansable del pueblo revolucionario e irreductible que sembró su idea y a la que no claudica, sino que le rinde cuentas.

Las luchas socialistas, antiimperialistas y emancipadoras que fueron sembradas por Jorge Rodríguez (padre), con vientos en contra para conquistar la paz, hoy es un legado que está vigente frente al enemigo histórico que se extiende como nunca antes, a nuevas amenazas de la antipatria con deslealtad y entreguismo al hegemon.

Al conmemorar el legado de este insigne revolucionario, es cita obligatoria, dar un repaso por su hacer político que nació dentro de las organizaciones populares de base y que evoca esa esencia y efervescencia con la que vivió, combatió y se hizo siembra, la misma que no le perdonó el enemigo de entonces.

Jorge nació en Carora, el 16 de febrero de 1942. Se formó como docente, sus allegados le llamaban “el maestro”, y con esa pedagogía y disciplina fortaleció el avance en las distintas formas de lucha. Posteriormente ingresó a la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela. Allí se formó en las luchas estudiantiles, ocupando funciones de Delegado Universitario en 1966.

Junto a estas premisas el amor por su familia, su esposa Delcy y sus hijos Jorge y Delcy marcó todo el andar de su vida.

Las coyunturas de entonces como la falsa nacionalización del petróleo que entraría en vigencia a partir del 1° de enero de 1976, lo pusieron en primera línea de la batalla de resistencia popular y de denuncia a la política hambreadora, represiva y entreguista del gobierno de Carlos Andrés Pérez. Éste último más tarde ordenó su muerte, en una práctica de violación de los Derechos Humanos como ocurría entonces y donde reinaba además la sumisión al imperio gringo.

Esto lo condujo a una vida política más intensa y se reafirmó su vocación y principios de amor patrio para construir el socialismo con sus iguales, como vía para superar las desigualdades sociales y la explotación del hombre por el sistema capitalista que habían reinado por décadas en el país, con la burguesía en el poder y que le negaba al pueblo los derechos fundamentales.

“Nos enfrentamos a una clase, la burguesía, que siempre ha dejado tras de sí una estela de sangre y explotación. Desde que existe como clase social, la burguesía ha robado, ha matado, ha aniquilado pueblos y culturas enteras, ha provocado guerras mundiales, con millones y millones de muertos y mutilados (…) Esa conducta criminal se origina en el afán principal de los burgueses, que no es otro que la acumulación de capital, de riquezas, de dinero”, condenó Rodríguez en parte de sus intervenciones, refiere el portal web Red Angostura.

Su audacia para enfrentar con valentía las adversidades lo llevó a fundar junto a sus compañeros de lucha, entre ellos, Carmelo Laborit, David Nieves y Orlando Yajure, el partido de izquierda, Liga Socialista, que tenía como lema “El Socialismo se conquista peleando” y que contaba con presencia en todo el país. Era una trinchera para los debates ideológicos y de avance hacia los objetivos concretos. Previamente había participado en el partido Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Desde la Liga Socialista, se fueron abriendo espacios para la militancia con la clase trabajadora petrolera en el oriente, occidente y centro del país, que era acompañada desde varios liceos con nuevos valores de la juventud y se sumaron los Comités de Obreros Socialistas, el Movimiento Estudiantil con el Pueblo, los Comités de Estudiantes Revolucionarios. Mientras que la artillería del pensamiento que acompañó la batalla se expresó en el periódico del partido: Basirruque.

La Liga Socialista de mujeres, también se fundó junto a la Liga de Pioneros que iba formando los cuadros de relevo. Se sumaba su militancia internacionalista contra la persecución política de las dictaduras militares de la región y la solidaridad con los pueblos africanos y asiáticos en sus luchas de liberación nacional.

En el portal Red Angostura, un escrito de Alexis Corredor, quien conoció de cerca la carrera política del maestro Jorge Rodríguez, refiere que “un panorama del alcance de su liderazgo debe incluir su participación y orientaciones para construir organizaciones en los barrios y comunidades populares: una diversidad de grupos reivindicativos y culturales; de escuelas en las que asistían niñas y niños excluidos del sistema escolar, de centros juveniles y de recreación, surgieron al calor de una nueva política revolucionaria”.

Todos estos avatares políticos le valieron a Jorge Rodríguez, la persecución permanente del fascismo representando en la cúpula política que varias veces lo encarceló, hasta segar su vida el 25 de julio de 1976, en los entonces calabozos de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP).

Su vil asesinato, fue ejecutado tras su detención dos días antes frente al liceo Miguel Antonio Caro, en Catia. La excusa fue “el secuestro del empresario estadounidense William Frank Niehous”, quien años después aparecería vivo. Su muerte fue reportada por el Ministro de Interior, Octavio Lepage, quien argumentó con frialdad en una transmisión televisiva que Rodríguez, había fallecido “de muerte natural o repentina”.

El gobierno adeco de Carlos Andrés Pérez, trató de unificar una matriz de suicidio del Secretario General de la Liga Socialista, pero muy temprano la verdad salió a relucir y el fallecimiento se debió a las severas torturas que sufrió a manos de los esbirros de la Disip.

El Puntofijismo buscaba diezmar la lucha antiimperialista y a los sectores más comprometidos y sobre todo a Jorge Rodríguez, que anunciaba con su ímpetu un huracán revolucionario encarnando un gran triunfo popular.

Hoy a 44 años de su partida física, un pueblo revolucionario y antiimperialista le rinde cuentas a Jorge Antonio Rodríguez, con su lucha permanente por la independencia definitiva, honra su legado de combate indeclinable, suma a su ternura de maestro y sobre todo a su amor infinito por los más humildes.

Jorge Antonio Rodríguez, regresa por los 100 caminos que se abrieron con su partida. ¡El socialismo se conquista peleando!

T/Prensa Presidencial