Ante la migración venezolana aliados de EEUU han pasado del mutis a la contumelia

El drama del COVID-19, ha paralizado el planeta y le ha arrancado la máscara al neoliberalismo que ha puesto por encima de lo humano al capital, pero además ha desnudado el negocio que los gobiernos de derecha y de corte neoliberal establecieron en torno a la migración venezolana en Suramérica. Un negocio basado en mentiras y clientelismo que hoy no se puede sostener, porque la verdad, es que nunca apoyaron a los venezolanos y ante la migración han pasado del mutis a la contumelia.
En el caso de Colombia, el gobierno neogranadino ha jugado a ralentizar las medidas extremas para favorecer al capital y despachar las necesidades de su pueblo a cualquier tipo de suerte, y en conjunto ha desamparado a los ciudadanos extranjeros, entre ellos los venezolanos.
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, señaló que no es posible pagar el arriendo a las familias venezolanas, y argumentó que los migrantes por espacio de tres años han recibido apoyo en educación y alimentación, por lo que le solicitó colaboración al Gobierno Nacional de Colombia para solventar la situación de los venezolanos.
Entretanto, el gobierno de Iván Duque guarda silencio, a pesar de haber recibido recursos que superan los 315 millones de dólares, por parte de la Unión Europea, la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entre otras organizaciones internacionales, para atender “la crisis migratoria de venezolanos en su país”.
La realidad del COVID-19, ha golpeado no sólo a los venezolanos que salieron de su tierra creyendo un guión de oferta engañosa de la ultraderecha nacional e internacional que les prometía nuevas oportunidades de desarrollo y que hoy en su mayoría han sido traicionados por una farsa, sino también a los pueblos del mundo que hoy ven con asombro a los venezolanos regresando por miles a su Patria, incluso caminando largas distancias en precarias condiciones.
Ante la migración venezolana, sólo organizaciones populares han mostrado en la región solidaridad con los connacionales, los gobiernos hacen mutis porque no tienen como sostener la mentira de una supuesta crisis humanitaria con las que los recibieron para cobrar grandes sumas a organismos internacionales.
En la mediática internacional, también hay un silencio, no se atreven a contar la verdad de los venezolanos que en la practica fueron humillados y despreciados por los gobiernos genuflexos a la Casa Blanca.
En contexto global, a la fecha, en medio de la pandemia, ningún país del mundo está recibiendo una migración en reversa como la República Bolivariana de Venezuela, donde se ha dispuesto un cordón epidemiológico humanitario a lo largo de la línea fronteriza para recibir y prestar atención integral a cada uno de los connacionales que retornan a su país.
Ya en desventaja de no poder ocultar la realidad ante el mundo, del mutis han pasado a la contumelia. La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) publicó en su cuenta oficial de Twitter que “el éxodo de refugiados y migrantes de Venezuela es una de las actuales crisis de desplazamiento más grandes del mundo. Con la pandemia, su seguridad y futuro están en riesgo. Ahora más que nunca necesitan el apoyo del mundo”.
Una vez más un organismo que debería estar al servicio de los más vulnerables se presta a la estrategia distractiva del gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), utilizando la migración venezolana para una nueva apropiación de recursos. Pero no son sólo ellos, también a este nuevo concierto mediático de falsedades y agresión a la acción humana del Gobierno Bolivariano que garantiza como ningún otro de la región los derechos fundamentales, se suman las administraciones genuflexas a la política gringa.
Al cierre de este trabajo, más de 49 mil venezolanos han cruzado las fronteras para retornar a su país en medio de la pandemia por el COVID-19, de ellos alrededor de 670 han llegado contagiados del nuevo Coronavirus (COVID-19).
Vienen de países vecinos como: Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Chile, huyendo de la xenofobia, el maltrato, la discriminación y la desatención de la que han sido víctimas más aún en tiempos de pandemia.
433 personas han llegado a tierras venezolanas provenientes de Colombia, tras haberse quedado sin empleos y ser desalojados de las pensiones que se conocen como “pagadiario”.
Sobre esto y de cómo la Revolución Bolivariana garantiza con el principio humanista y solidario la Seguridad Social de los compatriotas que pisan su suelo para abrazarse con los suyos y salvar sus vidas, hay un silencio cómplice que raya en la barbaridad.
T/Prensa Presidencial