“Las religiones no alientan al odio ni a la guerra, no justifican el derramamiento de la sangre inocente, las religiones no quieren la guerra sino la paz, no hay santidad en la guerra, solo la paz es santa”, recordó este viernes el párroco de la Iglesia de San Francisco, Numa Molina, citando fragmentos de un discurso pronunciado por el Papa Juan Pablo, en octubre de 1996.
La reflexión la hizo a propósito de la actuación de Monseñor Antonio José López Castilo, arzobispo de la ciudad de Barquisimeto, quien ayer participó en una procesión de la Divina Pastora realizada por la oposición venezolana, en la capital larense, para darle su bendición a un grupo de encapuchados.
Sobre este episodio, en el que se utilizó la imagen de la Divina Pastora, en un acto organizado por factores de la derecha, Molina señaló que el tema de la espiritualidad es algo profundamente sagrado del ser humano, por lo que el empleo de símbolos religiosos en este tipo de actos es delicado.
“La religiosidad popular, la religión del pueblo es sagrada y se ha ido amasando a lo largo de los años con sacrificio, dolor, entre luchas, alegrías, procesiones y pequeños santuarios, capillitas de camino, todo eso conforma la religiosidad popular. La religiosidad nació en un momento en que no teníamos medicina, nada, y tenían que acudir a los santos para curarse de una epidemia, así nació El Nazareno.”
En este sentido, se preguntó “¿qué dirá la gente que no comulga con la oposición pero que es devota de La Divina Pastora, los sencillos, los humilde, la gente de campo? ¿cómo se sentirán cuando ven que un símbolo tan sagrado está siendo utilizado como símbolo político? La Divina Pastora, continuó señalando, forma parte de la venezolanidad y es una de las procesiones mariana más grande del mundo.
Esta es la segunda vez, en 156 años, que la Divina Pastora sale en procesión fuera de su fecha tradicional, pero en esta ocasión a solicitud de los principales promotores de la violencia en el país que para la fecha se ha cobrado la vida de más de 80 personas.
Escuche al padre Numa Molina
T/RNV WEB