Agricultura Urbana y la producción de muchos para muchos

Para las grandes mayorías, el gran sinsabor del conflicto político-económico que sorteamos es sentir que la economía nos afecta y pareciera que nosotros no podemos afectarla a ella. Se nos convenció que los problemas económicos los arreglan los economistas que asesoran a los gobernantes y que es muy poco, insignificante y muy marginal lo que cada uno de nosotros podamos hacer.

La sacudida económica de 2016 obligó a repensar estas convicciones de indefensión económica de cualquier familia venezolana, exigiéndonos revisar nuestro papel en las ecuaciones económicas y conocer acerca de todos los factores y actores que las componen.
2016 fue el año del desengaño económico: es ineficiente esa ecuación según la cual unos pocos “dueños” de tierras, máquinas, camiones, locales y bancos producen y abastecen lo que necesitan miles, millones. La lección: esa otra economía, la economía del futuro, que permitirá romper con los bucles históricos de dependencia económica en Venezuela, es esa donde muchos producen para muchos y las reglas del mercado se someten a la acción de las mayorías. El reto: organizar, apoyar y acompañar esa producción masiva, diversificarla según necesidades, territorios y sujetos; darle un método, unas tecnologías, unas reglas, unas medicaciones justas y un valor social y moral; producir una nueva ecuación democrática de la economía nacional.

Después de un año de soportar burlas y marginaciones internas, externas, oblicuas y transversas, con 14.600 unidades productivas acompañadas directamente, 3.022 financiadas, 140.000 personas formadas en agroecología, 9.377 toneladas de alimentos producidos, y un una hoja de ruta que programa a 4 años cómo cubrir progresivamente el 20% del requerimiento anual de alimentos de los casi 17 millones de venezolanos que habitan las zonas metropolitanas del país, la gran victoria de la Agricultura Urbana en Venezuela hecha política, método y gente (agrourban@s) es, sobre todo, haber construido uno de los nuevos espacios de acción social donde esa nueva ecuación económica, que busca resolver necesidades, demandas y aspiraciones mayoritarias, no sólo puede ser posible sino que ya está aquí.
Ganamos muchos más para la producción de alimentos

Si producir lo necesario a pequeña escala pero entre muchos es el principio que sostiene la ecuación de la producción agrourbana, se trataba de convencer a nuevos venezolanos y venezolanas que un nuevo modelo de producción democratizada es posible, y al tiempo que juntos podíamos responder a la coyuntura sumando kilos de alimentos, también podíamos contribuir con la economía del futuro. Más allá de las cantidades de producción, el primero movimiento de lo nuevo fue ganar sus ganas para sembrar (producir), como antídoto contra la paralización social que operó la economía desmoralizante y humillante de las élites.

La primera gran misión del Ministerio del Poder Popular para la Agricultura Urbana (MINPPAU), fue justamente ésta: en todo el país se censaron 29.426 unidades productivas que aglutinaban a 100.000 personas motivadas a producir, a través de la activación del Registro Nacional de la Agricultura Urbana. Priorizando 10 de las ciudades más grandes y pobladas del país a efectos de no distraernos de lo urbano, propusimos 13 rubros de hortalizas de ciclo corto con la clara intención de poder tener los primeros alimentos sembrados en la ciudad entre 90 y 100 días; y con la entrega de un mínimo de insumos (50 kg de semillas y 104.000 plántulas de tomate), se logró contabilizar la producción de 377 toneladas de hortalizas (tomate, berenjenas, pimentón, ají, rábanos, lechuga, entre otras) que se pudieron comer al cierre de 100 días de campaña por la producción agrourbana.

La primera campaña “100 días por la Agricultura Urbana” no fue otra cosa que una estrategia para visibilizar y acompañar un nuevo sujeto político-productivo “agrourbano” que, haciendo síntesis de lo mejor del campo y de la ciudad, ingresara al terreno de las disputas por la democratización económica. En 100 días: 1) conocimos la potencialidad de la Agricultura Urbana en Venezuela, cartografiando a los convencidos y militantes de la agricultura en las ciudades; 2) visibilizamos las capacidades del pueblo para resolver problemas, 3) despertamos inquietud y entusiasmo en los indiferentes o escépticos sobre nuevas formas, sujetos y espacios productivos; 4) identificamos los principales retos de una agricultura en las ciudades, sustentable y humana.

Sí pudimos: subir el volumen a la producción de alimentos

De 377.000 kilos en 10 ciudades a 9.000.000 kilos en 180 parroquias urbanas. Con un salto de 2.387% de incremento en nuestras propias marcas de producción damos la bienvenida a Enero 2017 que viene cerrar el primer año de este nobel ministerio.

Con la intención de saltar del deseo al hecho, en Julio 2016 lanzamos a la calle “21 semanas y ½ por las Hallacas Agrourbanas”, una convocatoria a organizarse para la producción familiar y comunitaria brindando un sentido colectivo: “produzcamos nosotros mismos los ingredientes de nuestras hallacas (plato navideño), luchemos, que nadie nos robe la navidad”. Constituyó nuestro llamado a organizar diversos sujetos, territorios y modos de producción, en el marco de la activación de una política concreta de apoyo a la producción que tuvo como sello “Hagamos una Vaca”, apelando a un método basado en trabajo compartido, apoyo mutuo, respeto y co-responsabilidad entre productores, familias y gobierno.

21 semanas dedicadas a organizarnos en seis frentes de producción a partir del acompañamiento técnico, la formación agroecológica y el apoyo financiero con más de 3.000 créditos, dotaciones de insumos y equipos agrícolas. Más de 140.000 personas formadas provenientes de familias no organizadas, grupos juveniles, Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), productores de proteína animal, escuelas y pequeños productores periurbanos, a quienes logramos acompañar de manera directa para activar 14.674 Unidades Productivas, junto a las cuales en el pasado mes de Diciembre cumplimos con el abastecimiento con ingredientes hallaqueros para 305 mil familias en 180 territorios urbanos de la geografía nacional.

Apenas comenzamos: retos agrourbanos

La Agricultura Urbana venezolana para quedarse dentro de las expectativas de futuro nacional y sobre todo para convertirse en un instrumento productivo útil, debe cristalizarse como un sistema de producción agrícola urbano. Sus retos están asociados a cada momento de su cadena productiva:
Innovaciones en la planificación agrícola: producir lo necesario. Calcular la producción en función de necesidades de consumo nutricional, parece obvio pero no lo es. A partir del Plan Estratégico “Ciudades Agroproductivas 2017-2021”, MINPPAU se propone cubrir progresivamente en 4 años, el 20% del requerimiento anual de alimentos de los casi 17 millones de venezolanos que habitan las zonas metropolitanas del país, comenzando en 2017 con 340.000 toneladas de alimentos en 4.360 hectáreas, que direccionará prioritariamente hacia la consolidación del Sistema de Alimentación Escolar.

Desarrollar referencias tecnológicas propias o morir: el reto es lograr altos rendimientos con pocos espacios y recursos.

Hoy contamos con 6 modalidades de siembra (en ellas definimos superficies, tipos de siembra, costos, fuerza de trabajo y rendimientos), se hace urgente avanzar en modalidades óptimas de producción de proteína animal.

La sustentabilidad de la Agricultura Urbana es igual a avanzar en métodos fáciles y eficientes de gestión del agua para garantizar el riego.

No tendremos credibilidad al hablar de soberanía, sino superamos la dependencia agrícola de insumos importados. Hoy contamos con un proyecto nacional para la producción anual de semillas (hortalizas, tubérculos, cereales y granos), bio-insumos (fertilizantes y bio-controladores), sustratos y abonos, alimento balanceado para animales y genética de rebaños alternativos como conejos y cabras. Más de 300 productores artesanales de semillas y 18 fundos zamoranos (11 mil has) convencidos para la producción de insumos para la Agricultura Urbana.

Autoabastecimiento territorial como expresión de una cadena productiva agrourbana eficiente. Garantizar la post-cosecha de alimentos es lograr arrime de vegetales y proteína animal principalmente a los territorios donde se producen, y que los productores asociados puedan desarrollar el mayor valor agregado a su producción (procesamiento artesanal o industrial de productos agrícolas).

Avanzar en la productividad del suelo urbano. Avanzar sustantivamente en la reprogramación productiva del suelo urbano exige activar cuanto antes el Decreto 2.496 para la afectación de espacios públicos urbanos con fines agrícolas, aprobado por el Presidente Nicolás Maduro el 20 de octubre de 2016.

Construir instrumentos financieros propios de la Agricultura Urbana, que al dialogar con la integralidad de las políticas económicas optimicen el uso productivo de la renta.
Miles de productores no bastan: poblemos la macroeconomía

A un año de creación del MINPPAU, lejos de perder, hoy hemos ganado un instrumento público para apoyar y acompañar las iniciativas de un pueblo que está decidido a protagonizar las transformaciones económicas por las que clama y a producir sus propios alimentos. Hemos ganado el primer ministerio de agricultura urbana del mundo, con el cual nace no sólo una nueva posibilidad para una agricultura más sana, humana y económica, sino un nicho desde el cual construir los cimientos para nuevas formas de producción que garanticen cada vez una mayor soberanía. Nació un aliado para nuevos sujetos que, cada vez con mayor eficacia política, tensionarán por una economía para todos.

Sin embargo, sabemos que aún cuando se sumen miles de productores nuevos al sistema productivo nacional, esto no bastará para transformar las reglas del juego. Si vamos a luchar, debemos hacerlo en todas las dimensiones del conflicto económico.

Las nuevas ecuaciones económicas venezolanas nos exigen nuevos productores pero también nuevas reglas para proteger la producción de nacional de las importaciones; nuevas reglas para equilibrar los niveles de ganancias de los que más capital acumulan en el país; una política de precios, pública, sencilla y pedagógica (que todos podamos comprender) que asigne justo valor a lo producido pero también nos convierta en garantes de ese valor; nuevas reglas sobre los flujos monetarios y los sistemas bancarios. 2017 entonces, nos exige entrar en un gran debate y esfuerzo nacional por reconstruir un marco general, mucho más justo, de resguardo de la producción nacional y marcador de equilibrios en la distribución de la nueva riqueza que estaremos por producir en adelante. Esto sólo lo lograremos de la misma forma: llenando de pueblo ese desierto social que hoy es la macroeconomía.

T/Nota de Prensa