La desdolarización inevitable (II y final)

Por: Sergio Rodríguez Gelfenstein

La semana pasada hacíamos un “viaje” a lo largo del proceso de desdolarización que caracterizamos como inevitable. Hoy daremos continuidad al análisis tratando de llegar a algunas conclusiones sin dejar de considerar que aún no está clara cuál será la alternativa al dólar como moneda principal de cambio. Al respecto se manejan varias opciones.
Una de ellas emanará de la decisión que tomen los BRICS en su reunión cumbre a realizarse en Sudáfrica durante el próximo mes de agosto. Al respecto, el gobernador del Banco de la Reserva de ese país, Lesetja Kganyago, expresó que cualquier discusión que apunte a establecer una moneda de uso común derivará en otro debate, que es el de la creación y ubicación de un banco central. El dirigente sudafricano manifestó incertidumbre sobre el asunto al opinar que no sabía cómo se hablaría “de una moneda emitida por un bloque de países que están en diferentes ubicaciones geográficas, porque las monedas son de naturaleza nacional».

No obstante, de lo que sí se tiene certeza es que en la Cumbre, los países miembros del conglomerado discutirán -como tema prioritario de la agenda- las medidas necesarias para proteger al Nuevo Banco de Desarrollo del grupo (NDB) ante la hegemonía del dólar. En este marco, Brasil ha propuesto establecer mecanismos de protección de las transacciones financieras dentro del bloque para evitar el “abuso del dólar” según dijo el canciller de ese país, Mauro Vieira.

Por su parte, Serguéi Lavrov, Canciller de Rusia, opinó que en tanto la desdolarización ya comenzó, se hacía necesario desarrollar otras iniciativas para darle forma al proceso. En el caso de su país, explicó que se había visto obligado a “responder con firmeza, por principio y consecuentemente a la guerra que se nos declaró”.
En el marco de este debate el presidente de Sudáfrica Cyril Ramaphosa, respaldó la propuesta de su homólogo brasileño, Lula da Silva, sobre la necesidad de que se creen “nuevas monedas para comerciar”.

Dando continuidad a la revisión que hicimos en el artículo anterior sobre medidas concretas que se han tomado para dar curso al proceso de desdolarización, es importante resaltar el anuncio del ministro ruso de Finanzas, Anton Siluanov, quien informó que más del 70% de los acuerdos comerciales entre Rusia y China utilizan ahora el rublo o el yuan. De la misma manera, se ha iniciado el comercio de petróleo entre Rusia e India en rupias. También se firmó un acuerdo entre Rusia y Bangladesh para la construcción de la central nuclear de Rooppur que se financiará al margen del dólar El primer pago de 300 millones de dólares será en yuanes, pero Rusia intentará cambiar estos a rublos.
Incluso en Occidente el proceso ha comenzado a incubar. La empresa China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) y la francesa Total firmaron su primera operación de GNL en yuanes a través de la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái.

En América Latina también se han dado algunas señales positivas en el curso de la desdolarización. Por ejemplo, hace algunas semanas el banco brasileño Bocom BBM se convirtió en el primer banco latinoamericano en inscribirse como participante directo del Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS), que es la alternativa china al sistema de mensajería financiera liderado por Occidente, SWIFT. Así mismo, en días recientes se acordó que el comercio bilateral de Rusia y Bolivia acepte ahora liquidaciones en pesos bolivianos. Esto es fundamental en momentos en que la empresa rusa Rosatom va a comenzar a jugar un papel determinante en el desarrollo de los yacimientos de litio en Bolivia.

Vale decir que en la reciente cumbre de Mercosur realizada en Puerto Iguazú, Argentina el pasado 4 de julio, Bolivia planteó la necesidad de reducir la dependencia del dólar, diversificar las relaciones económicas y fortalecer los lazos comerciales y financieros entre países con el propósito de fomentar la inversión interna y promover la cooperación en materia de política monetaria. El presidente boliviano Luis Arce argumentó que “la disminución de la dependencia del dólar, a través de una mayor integración y cooperación regional, implica cambiar las condiciones de intercambio que hasta ahora solo favorecen al país del norte”. Por ello, propuso fortalecer los lazos comerciales y financieros entre países incluyendo el robustecimiento de las monedas a nivel regional, el fomento a la inversión interna y la promoción de la cooperación en materia de política monetaria y financiera, además de buscar alianzas estratégicas con otros actores internacionales, como China, que ofrecen alternativas al dólar en el comercio y las inversiones.

En una mirada más amplia del asunto, el mandatario boliviano expuso que: “No podemos soslayar en el análisis de este mundo en transición la emergencia de un bloque euroasiático y asiático que, organizados en los BRICS y otros mecanismos de integración, se proyectan como espacios de construcción de un nuevo orden económico mundial”.
Por su parte, en Asia los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) luego de su reunión del 30 y 31 de marzo en Indonesia decidieron también reducir su dependencia del dólar estadounidense. Para ello acordaron “reforzar la resiliencia financiera […] mediante el uso de monedas locales para apoyar el comercio y la inversión transfronteriza…”.

Con lógica similar durante la reciente Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), el presidente chino Xi Jinping consideró oportuno aumentar el porcentaje de pagos en monedas nacionales dentro de la organización. Vale decir que, resulta de extrema importancia la relación que hizo Xi de esta materia con otros de la agenda internacional cuando se refirió a la responsabilidad de la OCS para hacer frente a “las revoluciones de colores” y a la injerencia de potencias exteriores en los asuntos de los países de la región.

En este ámbito el líder chino propuso a los países del bloque aumentar sus pagos en monedas nacionales instando a los mismos a contrarrestar las sanciones económicas unilaterales, el hegemonismo y la política del poder. El mandatario también lanzó un llamamiento a favor de “cooperar en lugar de competir” estableciendo el compromiso de su país de colaborar para lograr la seguridad mundial. Claramente, Xi encadenó el tema de la desdolarización con el de la seguridad global y la soberanía, dándole un carácter estratégico a este asunto.

Desde la perspectiva de Rusia, la materialización de esta iniciativa pasa por el establecimiento de una alternativa al sistema de intercambio de mensajería financiera SWIFT. En este sentido, el presidente del consejo de administración del banco ruso VTB -uno de los mayores de ese país- Andréi Kostin, propuso al Banco Central de Rusia la creación de un nuevo sistema bancario para el Sur global con el objetivo de reducir la dependencia de la regulación internacional. Kostin opinó que había llegado el momento de una transformación más profunda porque no bastaba con que cada país se ocupara del problema individualmente. Consideró que era necesario “emprender una reforma fundamental para construir un nuevo sistema de pagos internacionales y la infraestructura necesaria para un mercado mundial de capital”.

Para operativizar la decisión, el jefe del VTB estableció una hoja de ruta que incluye cuatro puntos: El primero sería establecer una alternativa al SWIFT, toda vez que la mayoría de las grandes bancos rusos fueron desconectados en el marco de las sanciones de Occidente. Aunque, Rusia, China e India tienen sus propios sistemas de mensajería financiera, los mismos no están ni unidos ni cohesionados.
En el segundo punto se propone reemplazar las actuales corresponsalías bancarias estadounidenses para instaurar una interconexión entre los bancos que se incorporen a la asociación a través de nuevas tecnologías, como la cadena de bloques (blockhain).

De la misma manera resulta imprescindible buscar nuevas herramientas para atraer capital evitando que estos provengan de la Unión Europea como ocurre en la actualidad. Así mismo, se debe construir una infraestructura paralela que no se ubique en Occidente, lo cual genera una debilidad extrema para los recursos financieros que pueden ser objeto de sanciones y bloqueos.

Por último, Kostin a fin de impedir el efecto de las sanciones, sugirió establecer en algún país del golfo Pérsico un “hub” internacional que funcione como alternativa de liquidación depositaria aprovechando que esa región “cuenta con una gran concentración de capital”.

Empero, este proceso no se puede ver como un asunto técnico, su trascendencia viene dada por las implicaciones políticas y geopolíticas que genera. En el fondo, es expresión de la crisis de la hegemonía estadounidense iniciada en la penúltima década del siglo XIX o, si lo vemos en una perspectiva más amplia, podríamos hablar de crisis de la hegemonía de la anglósfera comenzada en 1763 tras la victoria inglesa sobre Francia en la guerra de los Siete Años y consolidada en 1815 tras la derrota napoleónica en Waterloo.

Sin embargo hay que decir que solo estamos en los prolegómenos del proceso. Aunque en franco declive desde el punto de vista estratégico en materia militar frente a Rusia y China, Estados Unidos todavía conserva una fuerza bélica poderosa y un aparato cultural-mediático que favorece su hegemonía. No obstante, como dice el sociólogo argentino Gabriel Merino “ la disminución del 10% en los últimos diez años del dólar como moneda de reserva y como medio de pago global muestran un proceso que probablemente se profundice en los próximos años.”
Merino agrega que se están creando condiciones para el desarrollo de un escenario “multimonetario o de bloque de divisas”. Su argumento se sustenta en el hecho de que la utilización del dólar como arma de guerra económica, acelera este proceso. La propia Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos ha dicho que:

“Las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, en particular a Rusia, suponen un ´riesgo` para la hegemonía del dólar, para lo que los países afectados están buscando alternativas…”. Aunque, según ella, es difícil que esas alternativas sean conseguidas.

Merino observa que los “ciclos de hegemonía en el sistema mundo capitalista, las etapas de su crisis y su expresión en la órbita económica, se observa primero la pérdida de la primacía productiva por parte del hegemón (aparecen nuevos ´talleres del mundo`), luego en el comercio mundial y, por último, en la moneda y finanzas. Probablemente estemos entrando a esa última fase y allí va a haber una disputa central, que se definirá en relación a un proceso global”.

Es decir la ruta de la desdolarización debe verse -tal como lo dijo el presidente Xi Jinping- como un proceso amplio, signado por la necesidad de garantizar seguridad y estabilidad en el planeta, lo cual resulta muy complejo cuando se está viviendo una evolución en el sistema internacional que apunta hacia la multipolaridad.

Una diferencia con el pasado, es que esta mirada ya no sólo está circunscrita a los países del sur. La participación de China y Rusia y del grupo BRICS como activos protagonistas del proceso podrían ser la garantía de que esta vez sí es posible avanzar en un procedimiento que fracture definitivamente a uno de los pilares fundamentales de la hegemonía de Estados Unidos y de Occidente.

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