Chávez: El Arañero que cristalizó la integración latinoamericana

La oscura madrugada predijo su llegada. El segundo hijo del matrimonio conformado por Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías, nacía 66 años atrás en una humilde casa de bahareque y techo de palma en Sabaneta, estado Barinas.
Bisnieto del General Pedro Pérez Delgado, conocido como Maisanta, pasó los primeros 12 años de su vida bajo el abrigo de su Mamá Rosa, quien lo instruyó en lectura y escritura; siembra y moltura de maíz, así como de un profundo sentido de la honradez, constancia y responsabilidad.
La pintura, el béisbol y las matemáticas eran las pasiones del “Arañero de Sabaneta”, hombre que creció con carácter nacionalista gracias a las enseñanzas de Rosa Inés Chávez sobre la historia venezolana, líderes independentistas, emancipadores e ideólogos de izquierda, posición que adoptó con una orientación socialista y bolivariana.
En el camino de palma y sol forjó una actitud crítico. Chávez, quien egresó de la Escuela del Ejército de la Academia Militar de Venezuela en 1975, acabó con las políticas neoliberales que azotaron al pueblo durante la IV República, devolviendo no solo su dignidad perdida, sino otorgándole un sentido de pertinencia ante las maniobras agresivas que sobre el país ejercían potencias extranjeras.
El primer paso lo dio en 1992, un 4 de febrero en plena madrugada. El “Por Ahora” que sucedió al asumir su responsabilidad por la fallida insurrección cívico-militar, encendió la llama revolucionaria en los venezolanos que sufrían las consecuencias del entreguismo y la exclusión.
De sólidas convicciones, él retomó la misión del Libertador Simón Bolívar con decidida vocación latinoamericanista. Chávez configuró un esquema unitario, sobre la base de la solidaridad, el respeto mutuo y la complementariedad, que sería vanguardia al hacerle frente a la hegemonía imperialista.
En una ocasión, mientras conversaba con Fidel Castro en la Provincia Pinar del Río, en Cuba, el Comandante afirmó que la integración de América Latina y el Caribe era la única manera de salvar a nuestros pueblos y, en función de ello, emprendió una cruzada para desmantelar las estructuras coloniales a través de la fundación de nuevos mecanismos de cooperación pacífica.
Con visión geopolítica, Chávez promovió la construcción de un mundo multicéntrico y pluripolar mediante la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Petrocaribe, Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Banco del Sur y la plataforma informativa TeleSUR.
“El futuro de un mundo multipolar en paz reside en la articulación de los pueblos mayoritarios del planeta para defendernos del nuevo colonialismo y alcanzar el equilibrio del universo que neutralice al imperialismo y a la arrogancia”, afirmó en una carta remitida a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 2011.
Él sabía que las garras de la ultraderecha se afilarían contra los países que ejercían su derecho a la soberanía y autodeterminación, razón por la cual promovió el establecimiento de lazos de hermandad en la región.
La diplomacia bolivariana se fijó entonces un nuevo horizonte. El mensaje que prevaleció fue la paz, el respeto a la diversidad, la no injerencia en asuntos internos.
La cuna de la libertad de América, bajo la guía de Hugo Chávez, se convirtió en un referente al encarar con valentía las pretensiones del gobierno de Estados Unidos (EEUU), que recrudeció el empleo de su artillería con la imposición de sanciones ilegales, robo de activos, planes golpistas y ataques contra el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) para debilitar la moral de un pueblo que no se doblega a pesar de las dificultades.
Esa rebeldía es la clave de la resistencia venezolana, así como el patriotismo, dignidad y valores entregados por Chávez son el antídoto ante la agresión imperialista.
T/Prensa Presidencial