Si sientes que tu cabeza está a punto de explotar o que tus neuronas prácticamente se han quemado de tanto trabajar o estudiar, entonces quizás estés sufriendo el síndrome burnout.
Se trata de un padecimiento causado por el estrés excesivo y prolongado que afecta tanto nuestro rendimiento mental como nuestras relaciones personales.
El síndrome burnout, o “tener la cabeza quemada”, esa sería una traducción cercana a la esencia del síndrome: un gran desgaste ocupacional que sucede luego de varios días, semanas o meses de trabajar casi sin detenernos o sin descansar lo suficiente.
Si bien podemos pensar que se trata de una frase del siglo XXI, ya se hablaba de ella en la década de 1970.
El concepto de burnout apareció por primera vez en 1969 como una especie de metáfora a lo sucedido con los oficiales de policía de libertad condicional.
En ese momento se hablaba de un fenómeno psicosocial, que luego fue modificado en 1974 para añadirle los síntomas habituales: agotamiento, cansancio y frustración.
El burnout se puede dividir en tres etapas:
Desequilibrio en la cantidad de trabajo y poca posibilidad de responder a este.
Presencia de respuesta emocional negativa en quien lo sufre.
Cambio de conducta o actitud en la persona afectada.
Síndrome burnout: causas y síntomas
Este trastorno emocional vinculado al estrés y al trabajo excesivo puede tener consecuencias muy negativas en los empleados (tanto físicas como psicológicas).
Este problema suele aparecer con más frecuencia en aquellos que eligieron su empleo por vocación (por ejemplo, medicina o enseñanza).
También son más vulnerables las personas con trabajos que requieren mucha interacción con clientes-pacientes-alumnos, así como en los deportistas de élite, los teleoperadores y los ingenieros.
Al principio el malestar y manifestaciones aparecen durante la jornada laboral, pero luego alcanzan la vida personal y social. Vale decir también que en las mujeres prevalecen más los síntomas que en los hombres.
Las principales causas del síndrome burnout son:
Organización y burocracia
Algunos trabajos requieren de demasiado papeleo y formularios.
Las tareas se vuelven tediosas, rutinarias y contrarreloj, ya que nunca hay tiempo suficiente para guardar y acomodar expedientes, organizar carpetas o colocar en su lugar tanta documentación.
alimentos para el estrésEsta burocracia puede traer como consecuencia quedarse más tiempo en su puesto, no poder salir a almorzar o llevarse tareas a casa. Las ausencias por enfermedad o faltas sin razón son frecuentes en este tipo de trabajos.
Expectativas externas
No solo trabajamos para conseguir buenos resultados o cumplir nuestras metas, sino también para alcanzar las expectativas de los demás (la familia, la pareja, el jefe, etc.).
Los trabajadores pueden, a su vez, tener una idea diferente a su actividad laboral y deben adaptarse a la realidad, lo que puede ocasionar depresión, frustración y decepción.
Si las expectativas no se cumplen, las consecuencias son tan graves que la persona incluso puede renunciar a su empleo o solicitar un traslado a un puesto “más sencillo”.
La ansiedad, la apatía y la tristeza son signos típicos en una situación de estas características.
Cualidades personales
No existe un perfil marcado de las personas vulnerables a sufrir el síndrome burnout, pero es verdad que algunas cualidades o rasgos de la personalidad aumentan el riesgo de padecerlo.
Por ejemplo, aquellos dependientes, conformistas e inseguros pueden sufrir más depresión y fatiga al enfrentarse a situaciones que estresan.
Tipo de puesto
Aquellos empleos que incluyen atención al público y un contacto constante con otras personas (sobre todo si la relación se basa en quejas o reclamos) aumentan los niveles de estrés y provoca cambios en la conducta.
Un cliente insatisfecho o un servicio deficiente “contagia” el humor del trabajador.
Demasiada responsabilidad
Algunos puestos, como el de jefe o gerente, exigen más concentración, atención y responder por lo que hacen los demás. Un error, por pequeño que sea, trae consecuencias graves y desastrosas.
El riesgo de padecer el síndrome es superior en aquellos profesionales que están sometidos a mucho estrés o de cuyo desempeño depende la vida de otra persona (por ejemplo, en el caso de los médicos).
Jornadas laborales extensas
Cuando se trabaja a tiempo completo los empleados sienten el desgaste y las presiones hasta tal punto de no soportar siquiera un día entero sin sentirse abrumados.
Es más probable en puestos de 10 o 12 horas de trabajo (por ejemplo, en tiendas o centros comerciales).
Trabajos monótonos
Hacer la misma tarea durante días o semanas no solo es aburrido, sino que, además, no cuenta con los incentivos suficientes como para hacer las cosas bien o mejorar.
La frustración y el estrés no tardan en aparecer. Luego llega el enojo, la irritabilidad y, por supuesto, la “cabeza quemada”.
¿Cómo saber si sufro de burnout?
Los síntomas más habituales del “síndrome del trabajador quemado” son:
Baja autoestima y poca realización personal (falta de sentido por las tareas realizadas, sentimiento de fracaso, insuficiencia de metas claras, agotamiento e impotencia)
Cambios de humor (impaciencia, comportamiento agresivo, irritabilidad)
Problemas para pensar en el futuro, dificultad para concentrarse, desmotivación, agotamiento mental y falta de energía
Aburrimiento, estado de nerviosismo permanente, taquicardias
Insomnio o pesadillas, necesidad de dormir todo el fin de semana
Deterioro cognitivo (falta de memoria o dificultad para aprender tareas nuevas, problemas de comunicación)
Absentismo en el trabajo, bajo rendimiento laboral o académico
Dolor de cabeza, mareos, dolores musculares o articulares
Mayor riesgo de obesidad y alteraciones en el apetito
Cambios en la conducta sexual
T/Con información de Agencias
Se trata de un padecimiento causado por el estrés excesivo y prolongado que afecta tanto nuestro rendimiento mental como nuestras relaciones personales.
El síndrome burnout, o “tener la cabeza quemada”, esa sería una traducción cercana a la esencia del síndrome: un gran desgaste ocupacional que sucede luego de varios días, semanas o meses de trabajar casi sin detenernos o sin descansar lo suficiente.
Si bien podemos pensar que se trata de una frase del siglo XXI, ya se hablaba de ella en la década de 1970.
El concepto de burnout apareció por primera vez en 1969 como una especie de metáfora a lo sucedido con los oficiales de policía de libertad condicional.
En ese momento se hablaba de un fenómeno psicosocial, que luego fue modificado en 1974 para añadirle los síntomas habituales: agotamiento, cansancio y frustración.
El burnout se puede dividir en tres etapas:
Desequilibrio en la cantidad de trabajo y poca posibilidad de responder a este.
Presencia de respuesta emocional negativa en quien lo sufre.
Cambio de conducta o actitud en la persona afectada.
Síndrome burnout: causas y síntomas
Este trastorno emocional vinculado al estrés y al trabajo excesivo puede tener consecuencias muy negativas en los empleados (tanto físicas como psicológicas).
Este problema suele aparecer con más frecuencia en aquellos que eligieron su empleo por vocación (por ejemplo, medicina o enseñanza).
También son más vulnerables las personas con trabajos que requieren mucha interacción con clientes-pacientes-alumnos, así como en los deportistas de élite, los teleoperadores y los ingenieros.
Al principio el malestar y manifestaciones aparecen durante la jornada laboral, pero luego alcanzan la vida personal y social. Vale decir también que en las mujeres prevalecen más los síntomas que en los hombres.
Las principales causas del síndrome burnout son:
Organización y burocracia
Algunos trabajos requieren de demasiado papeleo y formularios.
Las tareas se vuelven tediosas, rutinarias y contrarreloj, ya que nunca hay tiempo suficiente para guardar y acomodar expedientes, organizar carpetas o colocar en su lugar tanta documentación.
alimentos para el estrésEsta burocracia puede traer como consecuencia quedarse más tiempo en su puesto, no poder salir a almorzar o llevarse tareas a casa. Las ausencias por enfermedad o faltas sin razón son frecuentes en este tipo de trabajos.
Expectativas externas
No solo trabajamos para conseguir buenos resultados o cumplir nuestras metas, sino también para alcanzar las expectativas de los demás (la familia, la pareja, el jefe, etc.).
Los trabajadores pueden, a su vez, tener una idea diferente a su actividad laboral y deben adaptarse a la realidad, lo que puede ocasionar depresión, frustración y decepción.
Si las expectativas no se cumplen, las consecuencias son tan graves que la persona incluso puede renunciar a su empleo o solicitar un traslado a un puesto “más sencillo”.
La ansiedad, la apatía y la tristeza son signos típicos en una situación de estas características.
Cualidades personales
No existe un perfil marcado de las personas vulnerables a sufrir el síndrome burnout, pero es verdad que algunas cualidades o rasgos de la personalidad aumentan el riesgo de padecerlo.
Por ejemplo, aquellos dependientes, conformistas e inseguros pueden sufrir más depresión y fatiga al enfrentarse a situaciones que estresan.
Tipo de puesto
Aquellos empleos que incluyen atención al público y un contacto constante con otras personas (sobre todo si la relación se basa en quejas o reclamos) aumentan los niveles de estrés y provoca cambios en la conducta.
Un cliente insatisfecho o un servicio deficiente “contagia” el humor del trabajador.
Demasiada responsabilidad
Algunos puestos, como el de jefe o gerente, exigen más concentración, atención y responder por lo que hacen los demás. Un error, por pequeño que sea, trae consecuencias graves y desastrosas.
El riesgo de padecer el síndrome es superior en aquellos profesionales que están sometidos a mucho estrés o de cuyo desempeño depende la vida de otra persona (por ejemplo, en el caso de los médicos).
Jornadas laborales extensas
Cuando se trabaja a tiempo completo los empleados sienten el desgaste y las presiones hasta tal punto de no soportar siquiera un día entero sin sentirse abrumados.
Es más probable en puestos de 10 o 12 horas de trabajo (por ejemplo, en tiendas o centros comerciales).
Trabajos monótonos
Hacer la misma tarea durante días o semanas no solo es aburrido, sino que, además, no cuenta con los incentivos suficientes como para hacer las cosas bien o mejorar.
La frustración y el estrés no tardan en aparecer. Luego llega el enojo, la irritabilidad y, por supuesto, la “cabeza quemada”.
¿Cómo saber si sufro de burnout?
Los síntomas más habituales del “síndrome del trabajador quemado” son:
Baja autoestima y poca realización personal (falta de sentido por las tareas realizadas, sentimiento de fracaso, insuficiencia de metas claras, agotamiento e impotencia)
Cambios de humor (impaciencia, comportamiento agresivo, irritabilidad)
Problemas para pensar en el futuro, dificultad para concentrarse, desmotivación, agotamiento mental y falta de energía
Aburrimiento, estado de nerviosismo permanente, taquicardias
Insomnio o pesadillas, necesidad de dormir todo el fin de semana
Deterioro cognitivo (falta de memoria o dificultad para aprender tareas nuevas, problemas de comunicación)
Absentismo en el trabajo, bajo rendimiento laboral o académico
Dolor de cabeza, mareos, dolores musculares o articulares
Mayor riesgo de obesidad y alteraciones en el apetito
Cambios en la conducta sexual
T/Con información de Agencias