Cada 7 de julio se conmemora el Día Internacional de la Conservación del Suelo, en honor al Dr. Hugh Hammond Bennet, pionero en la investigación sobre la importancia de la tierra para la productividad y el equilibrio ecológico. Esta fecha busca concienciar sobre la necesidad de proteger este recurso vital, del cual dependen la alimentación y la vida en el planeta.
El suelo es un sistema complejo donde interactúan procesos químicos, físicos y biológicos. Alberga miles de especies y es fundamental para la agricultura, el agua y la biodiversidad. Sin embargo, su degradación —causada por erosión, deforestación, contaminación y sobreexplotación— amenaza su capacidad productiva y acelera problemas como el calentamiento global y la desertificación.
La degradación del suelo no solo afecta al medio ambiente, sino también a la salud humana y la economía. Provoca pérdida de tierras cultivables, escasez de agua y migraciones forzadas por la falta de recursos. Además, prácticas como el uso excesivo de agroquímicos y la minería a cielo abierto agravan el problema, poniendo en riesgo el derecho a un ambiente sano.
¿Qué podemos hacer para conservar el suelo?
Para revertir este daño, es esencial:
- Promover la agricultura sostenible (rotación de cultivos, agroecología).
- Evitar la deforestación y fomentar la reforestación.
- Regular la industria y la minería para reducir su impacto.
- Educar sobre prácticas de conservación.
- Un llamado a la acción colectiva
La conservación del suelo requiere la cooperación de gobiernos, empresas, agricultores y sociedad. Proteger el suelo es proteger nuestra vida. En este Día Internacional de la Conservación del Suelo, reflexionemos sobre nuestro impacto y adoptemos hábitos más sostenibles. Solo con acción inmediata y colaboración global podremos garantizar un planeta saludable para las futuras generaciones.
T/RNV
