Una temperatura de 38 grados centígrados acompañó al caluroso recibimiento que le dio el pueblo de Ciudad Guayana, en el estado Bolívar al presidente obrero, Nicolás Maduro, este miércoles.
Como en otras oportunidades, en su recorrido por el país, el paso del vehículo presidencial se frenó ante la movilización del pueblo que sin dudarlo se apersonó con entusiasmo hacia él.
En esta ocasión, por pocos segundos, en medio de la algarabía, el Jefe de Estado abrió la puerta y se asomó a saludar, con su característica sonrisa franca que ya lo hace próximo con su gente.
No fue tarea fácil para su equipo de seguridad que hizo lo mejor por permitir el avance, pero es que así se desata la fuerza del cariño, uno que se cultivó con años de protección, de cuidado celoso a los sencillos, a los que a pesar de haber sido atacados por el imperialismo respondieron con más amor y lealtad a la Revolución Bolivariana.
Es por eso que a donde llega, Nicolás no puede pasar desapercibido, cada labor e iniciativa puesta en marcha por los menos favorecidos, ellos lo agradecen como mejor saben hacerlo, con una sonrisa, con carisma y con abrazos, a los que el Presidente responde sin miramientos.
Estas visitas cercanas resultan inspiradoras, para aquellos que decidieron quedarse en Venezuela y seguir trabajando por ella. Una dinámica perfecta de retroalimentación entre un líder y su pueblo.
T/Prensa Presidencial