A tres semanas de las elecciones generales del 10 de noviembre, el presidente en funciones del Gobierno de España, Pedro Sánchez, recibió duras críticas por su gestión en la crisis territorial de Cataluña.
Sobre el dirigente socialdemócrata se abalanzó un aluvión de reproches de la oposición de derecha -integrada por los partidos Popular, Ciudadanos, y el ultraderechista Vox-, que le reclamó mano dura contra el movimiento independentista catalán.
Las elevadas condenas, de hasta 13 años de prisión, impuestas hace una semana por el Tribunal Supremo (TS) español a nueve líderes separatistas por protagonizar en 2017 un fallido intento de secesión, avivaron el conflicto en la comunidad autónoma (región) nororiental.
Tras la sentencia de la máxima instancia judicial del país europeo, las calles de Barcelona, capital de Cataluña, se convirtieron en una suerte de batalla campal, con enfrentamientos entre policías y manifestantes, aunque la tensión se redujo a partir del sábado.
Los incidentes violentos, que alcanzaron su mayor intensidad el viernes, siguieron a multitudinarias marchas pacíficas en Cataluña de partidarios de la ruptura con España enfadados por el veredicto del Supremo.
A diferencia de las agrupaciones de derecha, que exigen medidas excepcionales como la suspensión de la autonomía regional, diversas formaciones de izquierda también arremetieron contra Sánchez, pero por escabullirse en el fallo del TS y en los disturbios para no dialogar.
T/Prensa Latina