Los psicólogos estadounidenses han llevado a cabo una investigación para determinar por qué algunas palabras son desagradables para numerosos hablantes. Su estudio ha sido publicado en la revista ‘PLOS One’.
Según la hipótesis de su autor principal, Paul Thibodeau, de la Universidad Oberlin College de Ohio (EE.UU.), la reacción negativa ante palabras concretas se explica por tres razones: la obscenidad de su sonido, el carácter desagradable de sus connotaciones (significado adicional, indirecto) y la actitud de la sociedad ante el fenómeno al que denomina la palabra.
Posteriormente Thibodeau y su equipo realizaron un experimento a partir del hecho de que a los anglófonos les provoca asco la palabra ‘moist’ (húmedo). En el transcurso de cuatro años llevaron a cabo cinco encuestas con la participación de 2.500 voluntarios y concluyeron que la segunda razón juega el papel principal.
La conclusión fue que a todos aquellos a los que les desagradaba la palabra ‘moist’ tampoco les gustaban demasiado las voces ‘phlegm’ y ‘vomit’ (flema y vomitar respectivamente). Lo que prueba que la reacción está relacionada con la alusión a procesos fisiológicos. En cambio, ni las palabras que suenan de manera similar, por ejemplo, ‘foist’ o ‘rejoiced’, ni aquellas relacionadas con el ámbito sexual provocaron una reacción negativa en los mismos hablantes.
El autor de la investigación opina que la repugnancia a las palabras corporales es un fenómeno residual de un mecanismo evolutivo porque si careciéramos del instinto para evitar vomitar las enfermedades se extenderían mucho más rápidamente.
T/ RT