La contaminación es ‘letal’ para nuestro cuerpo

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud. «Mediante la disminución de los niveles de contaminación del aire los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma», destaca el organismo internacional.

Es más, sostiene que cuanto más bajos sean los niveles de contaminación del aire mejor será la salud cardiovascular y respiratoria de la población, tanto a largo como a corto plazo. Según explica, la contaminación atmosférica afecta de distintas formas a diferentes grupos de personas. «Los efectos más graves se producen en las personas que ya están enfermas.

Además, los grupos más vulnerables, como los niños, los ancianos y las familias de pocos ingresos y con un acceso limitado a la asistencia médica, son más susceptibles a los efectos nocivos de dicho fenómeno», alerta la OMS. Se calcula que en el mundo suman 1,3 millones las personas que mueren en un año a causa de la contaminación atmosférica urbana, según estima el organismo internacional; y más concretamente precisa que más de la mitad de esas defunciones ocurren en los países en desarrollo.

«La exposición a corto y a largo plazo produce efectos sobre la salud. Por ejemplo, las personas aquejadas de asma afrontan un riesgo mayor de sufrir una crisis asmática los días en que las concentraciones de ozono a nivel del suelo son más elevadas, mientras que las personas expuestas durante varios años a concentraciones elevadas de material particulado (MP) tienen un riesgo mayor de padecer enfermedades cardiovasculares», indica la OMS.

En este sentido, en una entrevista con Infosalus, la profesora titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), María Elisa Calle, precisa que hay varios tipos de contaminación, y en concreto las personas que viven en las ciudades están más expuestos a la contaminación atmosférica, aquella en la que predominan sustancias nocivas en el aire, y además a concentraciones elevadas, y que a la larga pueden producir problemas para la salud.

En concreto, cita que suelen concentrarse fundamentalmente los gases procedentes de la combustión de las empresas, coches y calefacciones, y presentarse a concentraciones elevadas óxidos de nitrógeno, de carbono, y de azufre (los más frecuentes), así como partículas en suspensión, que pueden ser naturales como el polvo.

«Si la concentración es elevadísima, aunque no suele ser lo frecuente, afecta a nuestra salud de manera que nos produce lagrimeo, o irritación bronquial. Los contaminantes son complejos, no actúan aisladamente, y pueden interaccionar entre ellos o pueden provocar ‘contaminantes secundarios’, como es el caso del ozono, un tóxico relativamente importante», afirma la especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública de la UCM.

sí, Calle especifica que ante una exposición prolongada a contaminantes atmosféricos suelen producirse con bastante frecuencia irritaciones en la vía aérea, aumentando en consecuencia la producción de moco, provocando un aumento de las secreciones y de la tos, aunque dice que también se ha visto que puede afectar al correcto funcionamiento del sistema inmunitario del cuerpo. «Hay personas más sensibles como los asmáticos, que cuando hay aumento de ozono en el aire se ven muy perjudicados», precisa.

La experta de la UCM indica que aumenta el riesgo de mortalidad entre un 1-2% en aquellos enfermos cardiovasculares y respiratorios. A su vez, indica que se pueden producir con más frecuencia infecciones de la vía aérea, como bronquitis, bronquiolitis o neumonías, por ejemplo. «Por eso, los que tienen ya una enfermedad pulmonar o cardiaca es realmente casi mejor en épocas de alta contaminación que no salgan a la calle. Pero en condiciones sin enfermedades previas se ha constatado que sí hay disminución de la función pulmonar porque esas partículas contaminantes junto a los gases producidos por la combustión perjudican la vía aérea», agrega.

Otros tipos de contaminación que también afectan

Aparte de la contaminación atmosférica, la profesora Calle advierte de que también la contaminación lumínica puede afectar a la salud de las personas, aquella que es producida por la fuerte iluminación de farolas y edificios en las calles, que puede alterar los ciclos de vigilia-sueño de la persona y, por ejemplo, alterar la producción de la hormona del sueño, llamada ‘melatonina’, o en la producción normal de insulina, entre otras.

A su vez, resalta que la exposición al ruido crónicamente disminuye la capacidad de concentración de la persona, aumenta el estrés, puede producir dolor de cabeza y a largo plazo se va perdiendo oído.

 

T/Ecoticias