Vitamina D, la gran olvidada de la vida saludable

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) ha advertido de que la insuficiencia de vitamina D constituye una epidemia mundial, que afecta a más del 80 por ciento de los individuos mayores de 65 años y en un 40 por ciento de la población menor de 65 años. Además, y según ha señalado la coordinadora del Grupo de Metabolismo Mineral de la SEEN, Antonia García Martín, también se ha observado la existencia de una alta prevalencia de hipovitaminosis D en diversas poblaciones, tanto en personas sanas como en pacientes con diversas enfermedades.

La vitamina D desempeña un papel fundamental en la mineralización ósea en todas las edades y, de hecho, interviene en la regulación de los niveles de calcio en sangre, se encarga de estimular la absorción de calcio a nivel intestinal y favorece la reabsorción de calcio a nivel renal. Además, en los últimos años, se ha producido un creciente interés por sus efectos extraóseos como, por ejemplo, la capacidad para inhibir la proliferación e inducir la diferenciación de múltiples células, modular el sistema inmunológico o promover la secreción de insulina.

La medición de la concentración sérica de 25OHD es aceptada comúnmente como indicador clínico del estatus de vitamina D del organismo, aunque el punto de corte de la normalidad difiere entre las diversas sociedades científicas. “Desde el grupo de trabajo de Metabolismo Mineral de la SEEN se acepta que deben mantenerse unas concentraciones de 25OHD en sangre de entre 30 y 70 ng/ml. Niveles por debajo de 20 ng/ml son indicativos de insuficiencia y por debajo de 10 ng/ml de deficiencia”, ha explicado la especialista.

En este punto, ha avisado de que el déficit de vitamina D en niños supone una alteración de la mineralización ósea conocida como raquitismo, mientras que en adultos, este trastorno se conoce como osteomalacia y produce síntomas como dolores osteomusculares y debilidad muscular. Al mismo tiempo, el déficit de vitamina D puede precipitar o empeorar la osteoporosis y en algunos casos produce descenso de los niveles en sangre de calcio y fósforo.

La medición de los niveles de vitamina D es razonable en aquellos grupos de pacientes con alto riesgo de déficit, destacando las personas hospitalizadas, los ancianos institucionalizados, las personas con inmovilización prolongada, las personas con enfermedades neoplásicas, aquellas con otras enfermedades cutáneas que no deben exponerse al sol o con malabsorción gastrointestinal y las mujeres embarazadas.

 

T/Ecoticias