El incidente Caldas, 30 años de una agresión premeditada de la oligarquía colombiana

El 9 de agosto de 1987 ocurrió en aguas del Golfo de Venezuela una de las provocaciones militares más graves que ha sufrido el país en su historia contemporánea. La corbeta Caldas de la Marina colombiana ingresó a aguas jurisdiccionales venezolanas, como punta de lanza de una operación premeditada por el Gobierno vecino. Todo ocurrió en el espacio comprendido entre Paraguaná y Castilletes, en esa franja del estado Zulia que se adentra finamente en la península de la Guajira.

Fueron momentos de mucha tensión, en los que la Armada de Venezuela demostró el valor y la firmeza necesaria para enfrentar la posibilidad de una guerra y al mismo tiempo garantizar la soberanía patria. La nave que enfrentó en primer término la amenaza fue la ARV Libertad, al frente de ella iba el capitán de fragata Alfredo Castañeda Giral, un varguense, orgulloso de su tierra de Naiguatá y de Pariata. Él nos contó la historia de lo ocurrido durante esa semana crítica del año 87.

“Ya en el mes de mayo, la corbeta Antioquia trató de ingresar en aguas del Golfo de Venezuela, no pudo hacerlo motivado a que estábamos muy cerca de la zona limítrofe”, narra Castañeda Giral. Efectivamente antes del día 9 de agosto, varios navíos colombianos habían ejecutado provocaciones e incursiones en el mar venezolano, habían molestado a pesqueros e incluso tratado de arrestar a algunos. Fue una provocación in crescendo.

Castañeda Giral recuerda como fueron desarrollándose los acontecimientos “Nosotros normalmente hacíamos nuestro patrullaje para el resguardo de la soberanía de la patria, combatir la piratería, hechos ilícitos y contrabando, que son fenómenos habituales por el área, ya que es lo que se conoce como una ‘zona caliente’. El 6 de agosto zarpé e hice mi patrullaje para atracar en el archipiélago de Los Monjes. Rastrillamos la frecuencia de radares y detectamos que estaban ejecutando unas maniobras al norte de la Guajira. Zarpé cerca de la frontera marina y no observé nada”.

Cuenta que tenía la inquietud de que algo estaban preparando del otro lado de la frontera, “tenía la percepción que una corbeta iba a incursionar en el Golfo de Venezuela, entonces le solicité al comandante de la unidad de patrulleros, el capitán de navío Asdrúbal Becerra, autorización para zarpar el domingo 7 de agosto y hacerlo en silencio de radio para evitar ser detectado, le dije que cuando llegara a algún punto yo emitía un reporte para evadir la posibilidad de guerra o interferencia electrónica”.

Y APARECIÓ CALDAS

La percepción de Castañeda Giral, su formación e intuición de marino le dieron la razón. Señala que al llegar a la altura de Castilletes, con la ARV Libertad, escucha por la radiofrecuencia VHF marítima que la corbeta Caldas le estaba llamando la atención a cuatro rastropescas de bandera venezolana. “En ese momento asumí rol de combate y me dirigí a máxima velocidad al punto donde estaba el Caldas, todavía en silencio de radio. Al llegar, ya el buque colombiano se había ido, pero nos encontramos con las rastropescas venezolanas. Mediante un megáfono, para continuar sigilosamente la misión, me comuniqué con ellos. Los tripulantes de los pesqueros informaron que la corbeta había tomado rumbo al sureste, yo les informé que no se movieran de allí”.

Los radares de la ARV Libertad se encendieron y localizaron tres puntos. Se trataba de tres buques que navegaban en distintas direcciones, una hacia Aruba-Curazao, otra hacia el Lago de Maracaibo y otro más en dirección hacia Punto Fijo. En esta última ciudad de la costa falconiana se encuentra el Centro de Refinación de Paraguaná, uno de los más grandes del mundo, una empresa estratégica para Venezuela.

El capitán de fragata Castañeda Giral tomó la decisión de seguir rumbo a Punto Fijo a una velocidad de 30 nudos. En esas aguas del Golfo de Venezuela, casi a medio camino entre Castilletes y Paraguaná apareció el Caldas. “Cuando visualizo la corbeta, empiezo a llamar por los canales internacionales a su capitán, le notifico entonces: ustedes están violando las aguas jurisdiccionales y lo invito de inmediato a tomar rumbo al norte de la Guajira. El responde que estaba en la zona exclusiva de Colombia y nos da la ‘bienvenida’. Le refuté entonces que se encontraba violando la soberanía de Venezuela y que tomaríamos las acciones correspondientes”.

Luego de esa comunicación, la corbeta Caldas toma rumbo hacia Castilletes. Castañeda Giral señala que entonces pidió apoyo a la Fuerza Aérea y en 45 minutos aparecieron dos F16. “Me informa el piloto que iban a romper la barrera del sonido, que tomáramos las previsiones, entonces el capitán del Caldas dijo que ‘se sentía amenazado’, nosotros le respondimos que también nos sentíamos amenazados por su presencia y por su negativa a atender las advertencias”.

A medida que la ARV Libertad avanzaba, el capitán del Caldas advertía que se encontraba en el mar territorial de Colombia, en desconocimiento absoluto de los tratados limítrofes entre ambos países. “Él incluso llegaba a la confusión y no determinaba si hablaba de la zona económica exclusiva o del mar territorial”. En realidad, el incidente siempre ocurrió en aguas jurisdiccionales de Venezuela. La actitud de los militares colombianos evidenciaba que se trataba de una provocación premeditada.

COLOMBIA INSISTE EN LA PROVOCACIÓN

Castañeda Giral narra que a eso de las 3 de la tarde, el Caldas dijo que se retiraba porque había concluido su misión, yo les dije: “Ustedes no han cumplido ninguna misión, ustedes al retirarse están cumpliendo con las exigencias del Gobierno venezolano y ustedes se tienen que retirar de nuestras aguas territoriales”.

Al día siguiente llegó la fragata General Salom y el patrullero Independepencia. La ARV Libertad se dirigió hacia Los Monjes y luego hacia Punto Fijo, donde dio parte de los hechos y entregó las grabaciones de las comunicaciones con la nave colombiana. Allí estaban ya los camiones con los misiles para equipar al buque venezolano en caso de que los incidentes se prolongaran.

El día 11 de agosto, Colombia envía un buque que navega muy pegado a la costa de Castilletes, allí lo detecta el ARV Independencia y le enciende el faro. “La embarcación colombiana venía violando el derecho internacional marítimo navegando sin las luces correspondientes, el ARV Independencia les advierte del hecho y de que están en aguas de nuestros país y la respuesta colombiana fue similar al incidente anterior, dicen: ‘Bienvenidos a aguas territoriales colombianas’. Eso incrementó la tensión”.

Durante las siguientes horas, las embarcaciones venezolanos intensificaron su patrullaje. “Le mandábamos cada dos horas una fragata o un patrullero diferente para exigirles su retirada”, dice Castañeda Giral.

LA CLAVE DEL “GUAYACÁN”

La provocación del Caldas persistió. Las autoridades colombianas tensaban la cuerda sin reparar en las consecuencias de su acción o tal vez calculando qué tan firme podía ser el Gobierno de entonces del adeco Jaime Lusinchi. Ya había pasado una semana de la primera incursión continua hecha por el Caldas en aguas venezolanas.

“El día 17 de agosto recibí una comunicación clasificada como supersecreta en donde me especificaban que cuando el Presidente en un próximo discurso a la nación dijera la palabra ‘guayacán’, eso debía interpretarse como la orden para dispararle los misiles al buque colombiano. Nos desplazamos para colocarnos a tiro del objetivo. Había dos discursos, si la nave invasora se retiraba no se mencionaría la palabra ‘guayacán’.

El Caldas se retiró a las 5 de la mañana del día siguiente.

EL DESAFÍO CONTINÚA

Enfrentar la amenaza contra la soberanía no significó un reconocimiento para los marinos que enfrentaron la incursión del Caldas. La dirigencia adeca le pasó factura al capitán Castañeda Giral que estuvo al frente de la ARV Libertad, quien debió pasar a retiro en el año 1990. Hecho que el lamenta, porque justo dos años después apareció el comandante Chávez con su huracán bolivariano.

Castañeda Giral ratifica que Estados Unidos siempre ha pretendido apoderarse de las riquezas venezolanas y los gobiernos de Colombia han sido sus aliados. “Tienen un pacto de sangre, tanto es así que el Ejército colombiano envió efectivos a la guerra de Corea a solicitud de los estadounidenses, fueron a un lugar que para nada afectaba a Colombia para complacer a sus aliados, incluso solo tres colombianos sobrevivieron a esa aventura”.

Advierte que es la misma oligarquía colombiana que hoy en día presiona para que el presidente Maduro entregue: “No va a entregar, somos venezolanos, lo que sucedió hace 30 años, que no estaba Chávez y que encontró a un grupo de oficiales venezolanos resteados, hoy en día con el presidente Maduro y el legado de Chávez, seguimos mucho más convencidos al frente de esta Revolución, y si quieren buscarnos nos van a encontrar”.

LA DELACIÓN DE BLANCA IBÁÑEZ

El capitán de fragata Castañeda Giral acota que en el contexto de toda la tensión vivida, fue después de terminado el incidente cuando pudo enterarse de otros asuntos conexos. Uno de ellos, que Blanca Ibáñez, amante del presidente Lusinchi, se había comunicado con el mandatario colombiano Virgilio Barco para delatar los planes venezolanos, ella le habría dicho que retirara la corbeta porque se la iban a hundir. Entonces en la madrugada siguiente el Caldas emprendió su retirada.

LE NEGARON LAS CONDECORACIONES A LA TRIPULACIÓN DEL ARV LIBERTAD

La incursión del Caldas significó una grave agresión contra la soberanía venezolana, constituyó en un desafío de la oligarquía colombiana a la Fuerza Armada. En Colombia, el capitán del buque agresor, Sergio García Torres, llegó a formar parte del Alto Mando Militar, mientras en Venezuela la IV República negó las condecoraciones a la tripulación del ARV Libertad, que estuvo al frente defendiendo nuestra soberanía e integridad territorial.

“Para el año 1988, yo solicité que se condecorara a la tripulación del ARV Libertad, pero todo fue negado. En cambio ese año el Gobierno venezolano condecoró a dos oficiales colombianos, en nombre de las presuntas relaciones amistosas”, denuncia Castañeda Giral.

LA VENGANZA DE MORALES BELLO CONTRA LOS DEFENSORES DE LA SOBERANÍA

En la IV República operaba una extraña meritocracia, hecha a la medida de sus intereses. La defensa de la soberanía nunca fue su prioridad, El capitán de fragata Castañeda Giral evoca los momentos cuando, luego de los incidentes, asistió un curso de Estado Mayor que era de cátedra libre y David Morales Bello, presidente de la Comisión de Política Exterior del Congreso y dirigente de Acción Democrática, expresó que los hechos de agosto de 1987 se desencadenaron porque el comandante de la unidad no “se hizo de la vista gorda” y exageró los hechos.

Los militares venezolanos respondieron. El principal aludido, Castañeda Giral, increpó a Morales Bello: “A ustedes no le interesan estos problemas internacionales porque lo que quieren es seguir desangrando al país, desde 1830 perdimos toda La Guajira y gran parte de Apure”.

El senador adeco no le respondió al momento, sino más tarde al tomarse un café:

“Morales Bello: Capitán, recuerde que para ascender hay que ‘rankearse’.

Castañeda Giral: Mire, señor, se quedará con las ganas.

Morales Bello: Señor no, senador.

Castañeda Giral: Señor y de vaina…”

T/Correo del Orinoco /Chevige González Marcó
F/ José Meneses