No es precisamente la oposición venezolana quien diseña estrategias para dar al lastre con la Revolución Bolivariana. Son las potencias imperiales quienes verdaderamente están detrás de los ataques de toda índole que, desde hace más de tres años, se han acentuado en contra de Venezuela.
Los líderes de la ultraderecha nacional, agrupados en la autodenominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), son sólo títeres que actúan de acuerdo a las instrucciones trazadas por el imperio norteamericano para satisfacer sus intereses políticos y económicos.
Esta misión no es nada innovadora para la nación estadounidense, pues para nadie es un secreto que el Gobierno gringo ha sido el principal propulsor de los ataques contra países del Medio Oriente que han dejado innumerables víctimas fatales y pérdidas materiales; así como en contra de países de América Latina que han roto el esquema capitalista y neoliberal, enfilándose hacia la construcción de un modelo en el que prevalezca la justicia social.
En un reciente trabajo de investigación del sociólogo Carlos Lanz, se detallan las formas no convencionales de guerra que han sido adoptadas por el gobierno del presidente Barack Obama, como parte de un plan cuyo propósito es derrocar al jefe de Estado, Nicolás Maduro, y socavar los logros del proyecto revolucionario impulsado por el Comandante Hugo Chávez, hace 17 años.
La guerra económica, la caída abrupta de los precios del petróleo, sanciones internacionales, el uso de la calificación de riesgo y las manipulaciones monetarias y financieras, son algunas aristas de la Operación Venezuela Freedom 2, plan activado por el Comando Sur de Estados Unidos, para cuyo cierre se aspira a la actividad militar “que, por supuesto, incluye bombardeos masivos y el empleo de todo el poder del fuego”.
Jugar al retroceso
“Rollback” es el nombre de este juego que, como todos, tiene sus respectivas reglas.
Lanz afirma que esta estrategia apuesta al desgaste de las bases revolucionarias, por descomposición interna; estimular los conflictos sociales; fomentar las rivalidades fronterizas; sacarle punta a las coyunturas económicas y sociales; deslegitimar el liderazgo chavista; inhibir las fuerzas de seguridad del Estado; propiciar la ingobernabilidad; y generar un clima de zozobra e inestabilidad, son algunas de las normas a seguir para revertir los logros conquistados por la Revolución Bolivariana durante 17 años.
Derivado de la informática, “Rollback” es un término anglosajón que significa restaurar la función anterior o restablecer el sistema. En términos socio-políticos, se emplea como sinónimo de “devolverse al sistema anterior o detener el proceso transformador”, explica el sociólogo.
Entre las políticas implementadas para este plan, el investigador destaca además la “organización sistemática de operaciones psicológicas que desacrediten e ilegitimen a los poderes públicos”.
Para ello, se emprenden arremetidas mediáticas que van desde distorsiones informativas, rumores, tergiversaciones, hasta alarmas infundadas con el propósito de detonar conflictos sociales.
Lanz dice que para este retroceso también se busca “acentuar la conflictividad interna” en las filas del chavismo y exponer un supuesto cuadro de ingobernabilidad para convocar a un cambio de gobierno.
“La verdadera cara de la moneda es que el imperio gringo aspira al restablecimiento de gobiernos arrodillados a sus intereses, y de espalda a la garantía de los derechos del pueblo venezolano”, agrega.
¿El premio del juego? Volver al esquema neoliberal de la Cuarta República, donde el Gobierno venezolano actuaba en función de los intereses económicos, políticos y territoriales del imperio estadounidense.
Para ello, Lanz asegura que “los yanquis y sus socios internos impulsan múltiples políticas dirigidas a degradar las fuerzas internas” de la Revolución Bolivariana.
Y es que este proceso iniciado por el Líder socialista, en 1999, ha sido blanco de múltiples ataques para los cuales, en la actualidad, “se emplean tácticas y procedimientos políticos orientados a explotar los conflictos sociales como vector de acumulación de fuerzas en lo militar”, señala el investigador.
Lo cierto es que el gobierno de Obama ha tenido que redimensionar sus mecanismos bélicos para vulnerar la estabilidad de Venezuela, pues no es tarea fácil quebrantar la voluntad pacífica de los hombres y mujeres patriotas, que defienden su soberanía desde una nueva consciencia cimentada en valores de justicia e igualdad.
“Freedom 2” tiene pocas vidas
No es casualidad que el plan intervencionista esté en una fase terminal, y que “curiosamente coincida con los seis meses de plazo que dio la directiva de la Asamblea Nacional (AN) para derrocar al gobierno legítimamente constituido” del presidente Maduro, apunta Lanz.
Indica que la autoría intelectual de este plan, que no es nuevo, es un secreto a voces. Por eso, el liderazgo opositor en Venezuela no asume la responsabilidad y ratifica su condición de “títeres”, manejados por el Comando Sur de Estados Unidos para desarrollar paulatinamente un conjunto de acciones político-ideológicas a través de operaciones encubiertas.
La Operación Venezuela Freedom 2 centra sus fuerzas de choque en gobernaciones y alcaldías opositoras, “pasando por grupos armados de la MUD y terminando en la contratación de pranes y paramilitares”, cuyo teatro de operaciones se focaliza en las principales ciudades de la zona norte-costera del país, “donde cobró mayor fuerza la guarimba: San Cristóbal, Maracaibo, Coro, Valencia, Maracay, Caracas, Puerto La Cruz, Puerto Ordaz”, precisa el investigador.
En el documento, Lanz también señala al menos ocho fases que permiten reconstruir las múltiples derivaciones de la nueva estrategia imperial.
Asegura que las acciones se desarrollan paralelamente, porque todas guardan vínculo entre sí. La activación de una, detona la otra. El llamado a la “movilización y organización de una masa crítica para la confrontación” por parte de los voceros de la ultraderecha desata las acciones violentas de calle, y va de la mano con la concreción de un posible censo para convocar al referéndum o enmienda.
“Bajo un enfoque de “cerco y asfixia”, EEUU se propone utilizar el Parlamento como tenaza para obstruir la gobernanza, además de explotar el tema de la escasez de alimentos, medicinas para demandar la intervención extranjera e, incluso, insistir en la aplicación de la Carta Democrática”, señala.
El sociólogo agrega que de allí se deriva, por ejemplo, la extensión del decreto de Obama en el que declara a Venezuela como una amenaza “inusual y extraordinaria” para la seguridad de la nación norteamericana.
Revolución irreversible
El Plan de la Patria 2013-2019, legado por el Comandante Hugo Chávez, establece una decisiva línea de fuerza: “Nosotros estamos obligados a traspasar la barrera del no retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo”.
En reiteradas ocasiones, el Líder socialista recordaba que ante las adversidades, la militancia revolucionaria debía permanecer en vanguardia permanente para defender sus derechos y su soberanía de cualquier ataque imperial. Como una profecía, Chávez alertó al pueblo valiente, en diciembre de 2012, que “no faltarán los que traten de aprovechar coyunturas difíciles para mantener ese empeño de la restauración del capitalismo, del neoliberalismo para acabar con la Patria. Ante esta circunstancia de nuevas dificultades del tamaño que fueren, la respuesta de todas y todos los patriotas es unidad, lucha, batalla y victoria”.
El escenario actual no puede solo convocar a la militancia chavista. En medio de una amenaza de intervención por parte del imperio estadounidense, como lo explica el sociólogo Carlos Lanz en un reciente trabajo de investigación, todos los venezolanos deben entender que para enfrentar este ataque, deben asumir el compromiso de avanzar hacia un nuevo esquema económico, que permita superar la actual coyuntura, agravada por factores externos derivados de este plan orquestado por potencias imperiales.
T/CiudadCCS/La Radio del Sur