Arrastrando una galería de fracasos en el frente interno, los diputados y dirigentes políticos Freddy Guevara y Julio Borges salieron del país para intentar replicar la estrategia de 2016: construir un cerco internacional que mediante presiones diplomáticas condicione las decisiones del chavismo.
Nuevamente se repite el mismo guión y con los mismos actores: cada vez que la MUD acumula fracasos internos, exacerba sus pugnas y se aleja del carril de la política (expresado en la Mesa de Diálogo propuesta por el chavismo y respaldada por el Vaticano y Unasur), busca apoyarse en factores externos para conseguir lo que por mérito propio no logra alcanzar: descolocar al chavismo e imponerle una atmósfera de presión que lo condicione a tomar decisiones a su favor.
Al menos por ahora, por ninguna de las dos vías han logrado acercarse a ese objetivo. Sobre todo por el contexto internacional de repliegue y expectativas que impone la nueva administración estadounidense, donde los gobiernos se manejan con cautela, tacto y midiendo el tono.
Sin embargo, más allá de que «la gira» en sí misma va coloreando su propio fracaso, Julio Borges y Freddy Guevara se reunieron con políticos corruptos de Perú y Brasil. Con el objetivo de, paradójicamente, presionar la salida de un gobierno con el que ellos no quieren dialogar por ser «corrupto».
Reseñemos los prontuarios uno por uno
Freddy Guevara se reunió con la presidenta del congreso de Perú, Luz Salgado. Ella fue la secretaria nacional del partido de Alberto Fujimori, Cambio 90, y trabajó en su gobierno en varios puestos de dirección estatal. Es pertinente recordar que el gobierno de Fujimori cometió crímenes de lesa humanidad y graves actos de corrupción que le valieron una condena de 25 años al expresidente. Luz Salgado, en el año 2001, fue involucrada por la inteligencia peruana de servir de enlace en actos de corrupción entre Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori. Ese mismo año fue inhabilitada políticamente (hasta 2008) por infringir requisitos de la constitución peruana para postularse como candidata al congreso.
Julio Borges en cambio fue recibido por Rodrigo Maia, socio de Michel Temer y presidente de la cámara de diputados de Brasil, producto del apoyo que diera al golpe parlamentario contra Dilma Rousseff. Actualmente Maia está siendo investigado por el Supremo Tribunal Federal por incurrir en actos de corrupción y lavado de dinero. La agencia Télam apunta que Maia actuó a favor de una normativa en la Comisión de Transportes de la Cámara baja en 2013 para aliviar las reglas de concesiones de aeropuertos reclamada por OAS, un movimiento que finalmente no pudo ser aprobado. Y agrega que según la Policía Federal, Maia le pidió como contrapartida a la empresa 250 mil reales para la campaña a senador de su padre, Cesar Maia, ex alcalde de Río de Janeiro.
Para finalizar, Julio Borges se reunió con el canciller de facto de Brasil, José Serra. Éste, a partir de declaraciones de ex ejecutivos de Odebrecht, recibió 7,5 millones de dólares para su campaña presidencial de 2010. Este dinero provino, según la justicia brasileña, de una red de sobornos vinculada a distintas empresas brasileñas. José Serra declaró en su momento que no había recibido tal cantidad de dinero, encubriéndolo en la «contabilidad paralela» de su campaña electoral.
Estas son las referencias morales en la cual se apoyan dirigentes antichavistas para «luchar contra un régimen corrupto»: golpistas, operadores de sangrientas dictaduras y corruptos. Ya esto no es sólo falta de dignidad, es bajarse los pantalones ante mafias parapolíticas deslegitimadas en sus propios países. ¿Qué pensarán sus fans de esta «gira» y de estos personajes?
T/Misión Verdad